Situaciones lamentables como el caso Nido.org van a continuar ocurriendo, si no ponemos el foco en los desafíos tecnológicos que debemos enfrentar.
Chile es uno de los países con mayor penetración de teléfonos inteligentes y, por lo mismo, de redes sociales RR.SS. en Latinoamérica. Por esto, los cursos escolares de tecnología, anclados en obsoletas técnicas manuales, deben abordar la realidad de Internet, su historia, riesgos y oportunidades, e inculcar la reflexión crítica frente a sus contenidos.
Además, la sicología social debe ser enseñada con el objeto de que nuestros jóvenes tomen conciencia de la lógica del desempeño tribal y eviten dejarse arrastrar por comportamientos tóxicos, que vemos naturalizados con alarmante frecuencia y desaprensión en las RR.SS.
Nuestra educación en silos no ayuda a construir un diálogo entre disciplinas. Las tecnologías ya no son un mero apoyo a la eficiencia de las organizaciones o un canal expedito para comunicarnos; para bien o para mal, hoy modelan la sociedad de un modo que la política y el derecho no parecen advertir, sopesar, ni menos regular.
Más grave aún, los sesgos de género que imperan en nuestra cultura se expresan con agudeza en este ámbito, haciendo que nuestras niñas, por lo general, se resistan a elegir carreras STEM (Ciencias, Matemáticas, Tecnología e Ingeniería).
El debate digital debe incorporar los intereses de ese 50% de la población que hemos visto muchas veces vulnerados y evitar que se arrastren sesgos de género históricos del mundo análogo a la esfera digital.
Por la dinámica de la tecnología, cada día que pasa sin prestarle atención a estos temas hace más compleja su solución. Es hora de hacernos cargo y tomarnos la tecnología, nos guste o no, en serio.