«Desigualdades de género en la Educación Media Técnico Profesional»
13 de noviembre de 2017
La desigualdad y la discriminación han estado en el centro del debate de la reforma educacional. Sus medidas más emblemáticas, como el fin a la selección y la gratuidad, buscan de hecho promover un acceso igualitario a la educación.
Sin embargo, hay otras formas de segmentación y desigualdad, distintas a la socioeconómica, que la reforma no ha considerado. Entre éstas, las que se originan en el género de los estudiantes y que repercuten en el acceso diferenciado a oportunidades entre hombres y mujeres.
Para profundizar en el tema, Espacio Público investigó por qué estudiantes de ambos sexos de la educación técnica de nivel medio se distribuyen entre sectores de especialidades de manera tan desigual.
Mientras los hombres copan el 80% de la matrícula de las especialidades industriales (electricidad, construcciones metálicas, mecánica automotriz, etc.), las mujeres representan el 80% de las especialidades técnicas (atención de párvulos, enfermería, hotelería, servicios de alimentación, etc.). A su vez, mientras los retornos de las especialidades industriales en el mercado laboral son positivos (sus egresados tienen mejor empleabilidad e ingresos que quienes se gradúan de la educación media científico-humanista), los retornos de las especialidades técnicas son negativos. En otras palabras, las mujeres tienden a escoger especialidades con menos demanda y peores salarios.
La pregunta que busca resolver esta investigación es por qué.
Si bien no existen restricciones institucionales para la elección de una especialidad, para todos es evidente que existen especialidades femeninas y masculinas. Esto trae aparejadas importantes dificultades para quienes se inclinan por un sector típico del sexo contrario, sobre todo para las mujeres. Los apoderados las desincentivan a escoger especialidades con mejores retornos en base a sus propios sesgos de género, anticipándose a posibles discriminaciones que pudieran sufrir en el mercado laboral o simplemente argumentando que, por ser mujeres, no cuentan con los atributos necesarios para desempeñarse en esos oficios.
En su entorno y a lo largo de su vida, los estudiantes se ven expuestos a distintas dinámicas de reproducción de las desigualdades de género. Al interior de sus hogares, las hijas mujeres enfrentan mayores restricciones que los hombres en sus elecciones. Los padres y ellas mismas son más temerosas que sus hermanos ante la idea de desplazarse por la ciudad hasta liceos que ofrezcan especalidades de su preferencia, limitando sus opciones a aquellas cercanas a sus casas. La distribución por género de los profesores de las distintas especialidades tiende a reproducir la segmentación por género de las especialidades. Es más dificil para una mujer vislumbrar un futuro como mecánica automotriz que como técnico parvulario, si solo hombres enseñan la primera y mujeres la segunda.
Desde su nacimiento, hombres y mujeres van internalizando como propios los distintos valores y preferencias que, culturalmente, se asocian a cada uno de los sexos. Las mujeres se identifican a si mismas como más empáticas, delicadas y aptas para los oficios relacionados con el cuidado. Los hombres, por su parte, se identifican como más brutos e inclinados por los oficios industriales. Sin embargo, ¿por qué habríamos de nacer con estas diferencias? ¿No serán estas preferencias más bien el resultado de lo que desde niños nos hacen creer es lo adecuado para nuesto género?
Las elecciones de especialidad y de carrera pueden parecer como eminentemente individuales y por ende lejos del alcance de la política pública. Sin embargo, este estudio devela que es la sociedad, sus instituciones, su cultura, sus dinámicas y reglas las que van delimitando diferenciadamente las opciones para hombres y mujeres. Es responsabilidad de los tomadores de decisión el diseñar políticas orientadas a asegurar a todos los estudiantes, mujeres y hombres, una efectiva igualdad de oportunidades.