La torre del alcalde Lavín fue aplaudida transversalmente, lo que refleja la voluntad de avanzar hacia una ciudad más integrada. Una prioridad es resolver el déficit habitacional de Santiago, que asciende a 155 mil viviendas según el Ministerio de Vivienda y Urbanismo para evitar que estos hogares sean expulsados a la periferia como en el pasado, en la Política Nacional de Desarrollo Urbano (PNDU) propusimos cuotas de vivienda social para que se distribuyan en todas las comunas. Si exigimos un 10% a las casas y departamentos que se construyen en el barrio alto, podríamos levantar 14.000 viviendas sociales en 20 años.
Esto equivale a 170 «torres Lavín», lo que sería una revolución en materia de integración social, pero con aporte marginal para reducir el déficit. Por ello es clave aplicar las cuotas en comunas de clase media bien localizadas como Santiago, Recoleta o Independencia, lo que permitiría sumar otras 50.000 viviendas sociales.
¿Qué hacemos con las 91.000 restantes? La PNDU propuso que el Estado compre terrenos bien ubicados y levante barrios con escuelas, áreas verdes y servicios, lo que está ocurriendo. Además, debemos potenciar los subsidios de arriendo y compra de vivienda usada y aquel que premia los proyectos privados que incluyen viviendas sociales.
Si quedó abrumado con las cifras, le cuento que aún queda el déficit «cualitativo» que son 400 mil viviendas que debemos reparar, mejorando su entorno urbano. Los afectados viven en barrios grises y alejados, y no pueden acceder a subsidios porque ya son propietarios de bloques que parecen cárceles o casas enrejadas por la inseguridad.
En la PNDU propusimos llevar a esa periferia segregada, estándares de calidad urbana que reduzcan las brechas con el «Santiago moderno». Por ello es clave extender el Metro y generar plusvalías, ya que la integración se logra al revés que en Las Condes: llevando clases medias e inversión privada, a comunas populares como La Pintana.
Además, debemos revertir el hacinamiento ampliando viviendas y demoliendo aquellas que son irrecuperables como ocurrió en Las Viñitas o Parinacota. Otra clave es devolver los espacios públicos a los vecinos, aumentando la densidad de luminarias y carabineros, y transformando sitios eriazos en parques, áreas deportivas y centros cívicos.
Este es el desafío que enfrentamos para tener una ciudad más integrada. Esperemos que la discusión que abrió Joaquín Lavín permita medirlo en su real magnitud y que el tema siga en agenda cuando la polémica de la torre salga de los medios.