Y AUNQUE han transcurrido ya algunos días desde que se inició la franja electoral, suele ocurrir -tal como alguna vez ironizó Oscar Wilde- que no hay una segunda oportunidad para dejar una primera impresión. Y aunque dicha afirmación no sea del todo correcta para este caso, la noche del miércoles pasado pudimos advertir, observando la estructura de los mensajes televisivos, cuáles serán los rasgos fundamentales que tendrán las respectivas campañas para estos cinco precandidatos que compiten en las elecciones primarias.
Piñera es ganador. Sabe que tiene la primera opción, por lo que su franja fue la más cuidada de todas. Teniendo mucho que perder y poco que ganar, el empresario optó por revalorizar la experiencia de haber sido ya Presidente de la República, listándonos los principales hitos y logros de su gobierno. Se trata de un mensaje cuyo objetivo y estrategia apuntan a las elecciones generales de noviembre y, por lo mismo, su foco no estará puesto en lo que quiere hacer, sino más bien en lo que intentará deshacer.
Kast es sucesor. Consciente de sus nulas posibilidades para imponerse en esta primaria, opta por un formato más arriesgado y también focalizado -muy de nicho, diría yo- donde le habla a su generación de manera rápida, moderna y eficiente. Está afirmando a su propio público a través de resaltar su dedicación y trabajo, pero muy especialmente en la capacidad de su equipo para generar ideas; esas mismas tan esquivas y ausentes en sus otros dos competidores.
Ossandón es retador. Por lo mismo, hace algo intermedio en relación al destinatario y su audiencia. Le habla al ciudadano común y corriente, a ese que se reconoce en el exalcalde, que se marea con tanta cifra y verborrea, y que espera de la política algo más simple, local y cotidiano. De esta manera, el retador relativiza su falta de preparación o sus gruesos errores, pero también releva la honestidad; en clara contraposición a las continuas incorrecciones de su principal contendor.
Mayol es rabia. Sabe que no tiene nada que perder en esta contienda y su mensaje así lo demuestra. Una franja dura, sin concesiones, que pone el acento más en la provocación que en la seducción. Un discurso con una vocación hacia lo políticamente incorrecto, plagado de contrastes, el que se dirige a ese muy específico público que se siente más indignado que indiferente, y más estafado que simplemente ignorado. Sabe que no ganará esta primaria, porque sí puede dar representación a la marginalidad política.
Sánchez es esperanza. Por lo mismo, también ya trabaja para noviembre. Quizás hasta hora la mejor lograda en cuanto a su factura política, su franja apuesta por un mensaje más íntimo y personal, desarrollando una estrategia que la pone a ella en el centro de la campaña. Su principal objetivo es evidentemente crecer en conocimiento, pero también generar mayor empatía a través de reflejar en otros su propia biografía de vida. Su campaña será clara, pero no dura, ya que su propósito es convocar y no asustar.