Con la crisis en Osorno se abrió nuevamente la discusión sobre la puerta giratoria entre el sector público y el sector privado. No es algo nuevo que personas que ejercieron cargos públicos en entes fiscalizadores luego pasen a ser directores de empresas del mismo sector o al revés. Pero ¿cuáles son los principales problemas de esto? En primer lugar, puede existir lobby de ex autoridades o funcionarios a personas que recientemente eran sus colegas o subordinados; haber mal uso de información privilegiada o confidencial a la que se pudo acceder; y, realizar nombramientos como recompensa o «botín político» más que por las competencias propias de la persona.
Por lo anterior, una serie de países han regulado lo anterior para establecer un equilibrio adecuado entre atraer a personas altamente capacitadas al sector público y proteger la libertad de trabajo, y al mismo tiempo evitar conflictos de interés o el uso de información privilegiada, protegiendo así la confianza de la ciudadanía y la información sensible para el Estado. La forma más común de regulado es establecer una suerte de «período de enfriamiento» (generalmente un año) en el cual no se puede acceder a cargos relacionados con su función anterior. Es decir, si yo fui gerente de una Isapre, no podré ser nombrada Superintendenta de Salud dentro de un año desde que dejé mi cargo y viceversa. Pero sí podré trabajar en otras empresas o servidos que no tienen directa relación con este rubro.
En Chile existen propuestas al respecto desde el año 1994 y hay algunas normas que se hacen cargo de este problema, una general -y deficiente- y otras especiales como la relativa a la Comisión de Mercado Financiero. Asimismo, hay una serie de proyectos de ley desde el año 2006 y uno en actual discusión presentado por el Presidente Piñera.
Sin embargo a pesar de ser un tema en el que hay relativo consenso y propuestas de distintas sensibilidades políticas, sigue estando pendiente entre nuestras medidas anticorrupción y continúa siendo un espacio donde aún se entremezclan el dinero y la política. Estamos acostumbrados a reaccionar y hacer cambios a punta de escándalos, esperemos que lo de Essal sea el empujón final para que en esta materia nos vanagloriemos de tener estándares OCDE.