El domingo se conmemoró el día internacional contra la corrupción. Desde la Red Anticorrupción Latinoamericana (REAL), integrada por ocho centros de estudios de la región y cuyo objetivo es fortalecer el diseño de políticas públicas y acciones de incidencia para combatir la corrupción, hemos estado trabajando para responder preguntas como cuáles han sido las principales manifestaciones de la corrupción en los últimos años; qué reformas se han llevado a cabo en cada país, y qué reformas siguen pendientes.
En nuestra región el caso de corrupción más connotado ha sido Odebrecht, donde 10 países estuvieron involucrados e incluso ex presidentes han sido investigados por su involucramiento, ya sea a través de sobornos y/o financiamiento ilegal para campañas políticas.
Mirando el vaso medio lleno, en varios países —como Colombia, Paraguay, Guatemala y México— se ha avanzado en reformas que fortalecen las instituciones que combaten la corrupción, así como para sancionar la corrupción cometida por personas jurídicas o privados. En Chile hemos avanzado también en nuevos estándares para mayor transparencia y fiscalización del financiamiento a la política, pero sin duda esto sigue siendo un desafío mayor en varios países de la región.
Es urgente seguir avanzando en las reformas necesarias para que cada vez se eleven más los costos para los corruptos: en los gobiernos subnacionales, por ejemplo, que también son un eslabón común en la corrupción; o en el sistema judicial, que se ha visto golpeado por la corrupción en países como Perú, El Salvador, Colombia, y Paraguay, lo que aumenta la percepción de impunidad por parte de la ciudadanía.
Asimismo, se evidencia en muchos países que el avance en herramientas para detectar y combatir la corrupción, como la delación compensada, no siempre ha ido aparejada de una efectiva regulación de «whistleblowers» o protección de denunciantes, lo que dificulta avanzar hacia una mejor legislación para combatir la corrupción.
El caso Odebrecht nos abre una ventana de oportunidad para poner más atención en el fenómeno de la corrupción, no sólo desde cada país sino en un esfuerzo regional. Por eso, no sólo debemos conmemorar la lucha contra la corrupción, sino empujar a nuestros gobiernos y líderes políticos a pasar de las intenciones a la acción.