Entre el 13 y 14 de abril se llevará a cabo en Lima, Perú, la Octava Cumbre de las Américas. La temática será la “Gobernabilidad democrática frente a la Corrupción”, un tema sensible para el país anfitrión, tras la renuncia del ahora ex presidente Kuczynski por denuncias que lo involucran en el caso Odebrecht y la compra de votos para evitar su destitución por el Congreso.
En la cumbre se reunirán los presidentes y altos cargos de los países miembro de la Organización de Estados Americanos y, aunque hay dudas sobre la asistencia de algunos como Maduro y Trump, es una oportunidad para que los países adopten medidas reales y concretas para combatir la corrupción, con una colaboración más eficaz y fortaleciendo las instituciones para que estos casos no se repliquen. Pero hay dudas de que ocurra algo así.
La diplomacia que suele imperar en este tipo de reuniones muchas veces logra diluir estos propósitos en meras declaraciones de buenas intenciones. Además, varios presidentes están actualmente bajo la sospecha de ser partícipes de estos actos, como ocurre con México, Brasil y Colombia. Por eso, el rol de los medios de comunicación y la ciudadanía puede ser relevante para exigir y empujar a las autoridades a adoptar medidas reales, que luego sean monitoreadas. Chile, al no estar involucrado en el caso y con reformas recientes, puede ser un ejemplo para avanzar en temáticas como financiamiento a la política, servicio civil, declaraciones de intereses y patrimonio. Sería deseable que nos comprometiéramos en medidas para investigar y perseguir los casos de corrupción, con sanciones penales más altas o la prohibición de ejercer cargos públicos a los sancionados.
Esperemos que, dado lo acontecido recientemente en el país vecino, este tipo de cumbres se conviertan en una oportunidad para fortalecer nuestras democracias.