En una de esas escenas teatrales que tan bien retratan la genialidad de William Shakespeare, Cleopatra recibe a un mensajero que le trae noticias sobre Marco Antonio. Antes de permitirle entregar las noticias, sin embargo, la reina hace una advertencia al mensajero: si las noticias que trae son buenas, lo cubrirá de oro. Pero si las noticias son malas, tendrá que tragarse el oro fundido. La escena muestra que, aunque los mensajeros rara vez son responsables del contenido de la información, muchas veces terminan pagando las consecuencias.
Esto es lo que sucede con un informe reciente de la Biblioteca del Congreso Nacional (BCN) que compara la dieta parlamentaria de Chile y otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Utilizando la metodología tradicional para comparar entre países con realidades económicas diferentes (denominada paridad de poder de compra o PPA), el informe concluye que nuestra dieta parlamentaria es, con distancia, la mayor dentro de todos los países de la OCDE. Ajustada por PPA estaría en el orden de los 23 mil dólares mensuales. El promedio de los países de la OCDE tendría una dieta parlamentaria cercana a los 9 mil dólares PPA. En otras palabras, una vez que ajustamos por el nivel de precios existente en cada economía, resulta que los parlamentarios chilenos ganan más del doble que el promedio de sus pares de otros países.
Recientemente, varios senadores manifestaron su molestia con el informe, acusándolo de utilizar datos erróneos. Pero cualquiera puede comprobar que esas objeciones carecen de justificación. La dieta parlamentaria actualmente es cercana a los 9,3 millones de pesos. A su vez, la propia base de datos de la OCDE muestra que el factor para ajustar por PPA durante la última década es cercano a 400. El cociente de la división de ambos números es 23 mil dólares, precisamente la cifra utilizada por BCN.
Al igual que Cleopatra, nuestros senadores pueden culpar al mensajero. Ahora bien, la realidad seguirá siendo la misma. Miremos otros parámetros de comparación. En Chile, el sueldo mínimo es cercano los 300 mil pesos, por lo que la dieta parlamentaria representa más de 30 veces esa cantidad. A su vez, si el Producto Interno Bruto o PIB per cápita chileno es cercano a los 15 mil dólares anuales, entonces la dieta parlamentaria anualizada representaría cerca de 10 veces esa cantidad. El promedio entre los países de la OCDE es que la dieta represente cerca de 10 veces el sueldo mínimo y dos veces el PIB per cápita. Cualquiera sea el parámetro elegido, nuestra dieta parlamentaria es excesiva.
Dentro de las próximas semanas, el Consejo de Alta Dirección Pública establecerá una regla transitoria que seguramente reducirá su monto significativamente. Es de esperar que la BCN no termine pagando las consecuencias por ser la mensajera de esta realidad incómoda.