El principal cambio conceptual de la propuesta del gobierno es la introducción del Nuevo Ahorro Colectivo (NAC), con cargo a una cotización adicional de 2% del ingreso. Sin conocer aún los detalles del proyecto, se entiende que el NAC implicaría 3 tipos de transferencias de recursos: desde los actuales aportantes hacia los actuales (y en menor medida a los futuros) pensionados, desde los cotizantes de altos ingresos hacia aquellos de bajos ingresos y desde el sistema hacia las mujeres, compensando por el efecto de su mayor longevidad y generando un incentivo a la postergación de la jubilación hasta los 65 años.
Aunque podría parecer que el primer componente es un esquema de reparto, en realidad es un mecanismo de subsidio a los actuales pensionados. Los aportantes jóvenes financiarán el 20% de aumento de pensiones con una fracción de su 2%, sin recibir contraprestación alguna. Aunque la actual generación de pensionados pagó el costo de transición y sufrió las consecuencias de una serie de fallos del Estado (baja tasa de cotización, bonos de reconocimiento inadecuados o el daño previsional a los trabajadores fiscales), no es claro que un impuesto al trabajo formal, para una generación en particular, sea lo más adecuado. Alternativamente, se podría generar un pequeño componente de reparto y seguridad social (que otorgue beneficios a todas las generaciones) o financiar este aumento transitorio mediante desahorro (fondos soberanos) o deuda de largo plazo (distribuyendo el costo del ajuste entre varias generaciones).
El componente de redistribución entre cotizantes presenta 3 diferencias respecto al Pilar Solidario: es financiado mediante una cotización laboral (no impuestos generales); redistribuye hacia los cotizantes de bajos ingresos (no hacia las personas con lagunas previsionales) y transfiere recursos durante la etapa activa (no al momento de pensionarse). Es un sistema menos focalizado que el Pilar Solidario, beneficiando fundamentalmente a los trabajadores de bajos ingresos con historiales salariales estables, en perjuicio de los trabajadores que concentran su actividad económica en pocos meses del año (como los trabajadores independientes). El efecto redistributivo final es incierto.
La compensación por mayor longevidad femenina y el incentivo a la postergación de la jubilación (en lugar de la imposición) son dos pasos en la dirección correcta. Sin embargo, su financiación mediante una cotización laboral implica un subsidio cruzado desde todos los hombres (de ingreso bajo o alto) hacia todas las mujeres (de ingreso bajo o alto). Tampoco toma en cuenta los principales motivos detrás de la brecha previsional de género: las lagunas tempranas de cotizaciones y la discriminación laboral.
En lugar del diseño propuesto, el NAC podría cumplir un rol más explícito de seguridad social, ofreciendo protección a todos los participantes contra ciertos riesgos externos al trabajador, como lagunas tempranas, bajas rentabilidades o la discriminación salarial hacia las mujeres. Esto permitiría aumentos superiores al 20% para ciertos grupos particularmente afectados.
Entendemos que la restricción fiscal imperante debió marcar las decisiones de financiamiento, pero las reformas previsionales como la planteada tienen efectos por muchos años y descansar exclusivamente en las cotizaciones laborales para resolver varios problemas simultáneos limita la efectividad de las reformas (en términos de mejorar pensiones) y ejerce presión sobre la capacidad de extender la cobertura contributiva a todos los sectores de la población.