Por ejemplo, se aleja del esquema mixto acordado en la segunda administración del expresidente Piñera, que destinaba tres puntos de cotización a cuentas personales y tres a un fondo solidario. También se distancia de esquemas como el seguro de cesantía, construido a través de distintos gobiernos para brindar protección con cuentas individuales y un fondo solidario.
En pensiones, en cambio, lo único posible serían cuentas individuales, limitando el rol de la solidaridad a prevenir la pobreza con la PGU. Pero, en un contexto de recursos fiscales limitados, el margen de acción a través de la PGU también lo será, ya que es un beneficio plano, con un alto y creciente costo. En cambio, la solidaridad en el pilar contributivo es complementaria, ya que permite una transición para mejorar las pensiones de quienes contribuyeron y, hacia adelante, construir tasas de reemplazo con más seguridad, compartiendo algunos riesgos.
La propuesta tampoco deja espacio para la equidad de género en el pilar contributivo, donde están las mayores brechas del sistema. De ese modo, profundizando la lógica actual, seguiremos perpetuando las discriminaciones de género. Hoy necesitamos una reforma con foco en las mujeres.
Tampoco es bueno sobreestimar el rol de la libertad de elección y de la competencia en pensiones; sabemos que, por distintos factores, ello deriva en altos costos administrativos y utilidades. En contraste, licitaciones amplias llevan a mejores resultados.
La formalidad, por su parte, es un desafío central, pero que depende de múltiples factores estructurales que deben abordarse, más que de la propiedad de un punto más o menos en cuentas individuales.
Por último, los atributos en que se basa la propuesta no son objetivos centrales en los sistemas de pensiones del mundo, y solo refuerzan, además, la lógica de propiedad detrás de los autopréstamos y retiros de fondos; sabemos no han sido una buena política pública. Así, el riesgo de mantener posturas extremas es seguir allanando el camino a iniciativas populistas que capturan la agenda en pensiones.
La ciudadanía muestra desde hace años altas expectativas de que se logre un acuerdo para reformar el sistema de pensiones, valorando que se reconozca el esfuerzo individual, pero también que existan elementos de solidaridad con las cotizaciones. Valdría la pena que esa demanda ciudadana fuese priorizada, integrando distintas miradas, para mejorar así la calidad de vida de muchos.