Desde el año 2014, la corrupción se ha instalado como uno de los cinco problemas que más preocupan a los chilenos. Sin embargo, las candidaturas a la Presidencia no le han otorgado una importancia acorde. Esto podría explicarse por motivos como la desconexión que existe entre las candidaturas y las problemáticas que preocupan y afectan a la ciudadanía o por el desconocimiento técnico de las políticas anticorrupción que podrían impulsar desde un gobierno.
Si bien en Chile hemos avanzado a grandes pasos en la construcción de un diseño institucional eficaz para prevenir y controlar la corrupción, aún quedan muchas materias pendientes. Materias importantes y que pueden explicar por qué para buena parte de los chilenos la corrupción sigue siendo un motivo de preocupación relevante. Ni la ocurrencia de casos ni la percepción en la ciudadanía son problemas que se controlan solos, automáticamente, por arte de magia o por efecto de otras políticas.
En muchos países incluso existen oficinas del Estado exclusivamente dedicadas a estos temas, que diseñan políticas y apoyan a los organismos públicos en su implementación. Esa discusión en Chile todavía no ha sido instalada, y el debate entre los candidatos presidenciales puede ser un momento propicio para tenerla.
Como en este caso, las candidaturas podrían tener propuestas respecto de la transparencia en los municipios, en los gastos de la defensa nacional o de las instituciones que velan por la seguridad pública. Sería un avance en dos sentidos: primero, porque tendríamos conversaciones en las que probablemente existiría mucho consenso, y en segundo lugar, porque demostraría que quienes pretenden asumir la presidencia de Chile están conectados con las preocupaciones de la población.