Es una palabra rara, para mí lo sigue siendo, supongo también para usted. Ha estado en las noticias las últimas semanas y parece ser clave para entender algunas situaciones sobre potenciales conflictos de intereses y utilizándolo bien la herramienta para solucionarlo.
El fideicomiso lo que busca es que aquellas autoridades, funcionarios o partidos políticos que tengan un rol en la vida pública y a la vez posean un patrimonio importante, separen sus inversiones de su esfera de decisiones, de modo que no quede ninguna duda que sus actuaciones se realizarán de acuerdo al rol que juegan en la vida pública y no para afectar positivamente ese patrimonio. Esto se realiza entregándole la administración de las inversiones a un tercero independiente. Y para cumplir esto hay distintas formas de fideicomiso, distintas maneras de ponerlo en práctica.
Uno es el fideicomiso ciego, que supone que el patrimonio de este actor público será administrado por una institución que no le comunicará el destino de la inversiones a ese actor, por lo que se supone que el secreto garantizará que el actor público tome decisiones procurando el bien común y no su interés particular. Existe también otro formato, el fideicomiso diversificado, en el que, al contrario del fideicomiso ciego, es la publicidad de las inversiones (y el tipo de las mismas) la que garantiza que las decisiones se tomen en razón del bien común. Esta última forma fue la que recomendó la Comisión Engel, basándose en la experiencia internacional y combatiendo con el antídoto de la transparencia a la crisis de confianza que nos afecta como país.
Lamentablemente la ley de probidad pública -que aclaro, es una muy buena ley en materia de prevención de los conflictos de intereses a través de las declaraciones de patrimonio- se publicó con el instrumento de fideicomiso ciego, aún cuando el consejo asesor presidencial anticorrupción propuso la figura del fideicomiso diversificado. La ley es obligatoria, pero aún quedan espacios para que determinados actores puedan tomar la opción del fideicomiso diversificado, como el caso del Partido Socialista o los familiares de Sebastián Piñera que que harán fideicomisos voluntarios.