En 2019 la salud mental se instaló como un tema de debate, luego de que numerosos informes encendieran las alarmas sobre los altos índices de enfermedades asociadas a esta área, la falta de acceso a tratamiento, la escasez de especialistas y que en varias universidades del país los estudiantes la levantaran como bandera de lucha.
Aunque las opiniones y diagnósticos son diversos, se hace necesario discutir sobre las condiciones que influyen en el estado mental de quienes habitamos el país, considerando que un 36% de las personas tiene como principal preocupación la deficiencia del sistema de salud, según datos de nuestra encuesta ‘Chilenas y chilenos hoy: desafiando los prejuicios, complejizando la discusión’, que realizamos con Ipsos Chile el año pasado.
A nivel de política pública no podemos seguir quedándonos estáticos respecto a la salud mental, hay que darle un carácter de urgencia a la crisis que se vive: estamos en alto riesgo de perder a nuestros niños, niñas y adolescentes por las altas tasas de trastornos depresivos y angustiosos y de suicidio en Chile; así como también por el alto consumo de drogas y alcohol que es alarmantemente alto y complejiza problemáticas de salud mental, sobre todo en los sectores más vulnerables.