La oposición y el Gobierno se muestran los dientes por la nueva – Reforma Tributaria. Como centro de estudios nos preocupa lo difícil que es involucrarse en un debate que mezcla slogans con tecnicismos. Si es modernización, simplificación, reforma; si es pro pyme o si debe o no reintegrarse, son precisiones o instrumentos que desvían la discusión de lo central.
Además de una serie de perfeccionamientos al sistema, se abren dos grandes discusiones: una política y otra técnica.
Primero, ya se inició un legítimo debate sobre la necesaria progresividad del sistema tributario. Es decir, si nuestros impuestos -como recomiendan en general los organismos internacionales-, además de recaudar, deben buscar una mayor redistribución de ingresos.
En segundo lugar, existe discusión técnica sobre la responsabilidad fiscal. Esto es, si los cambios generan una mayor recaudación, como asegura el Gobierno, o provocarán un déficit como cuestiona la oposición. En Espacio Público nos preocupa que exista claridad respecto a este punto: la veracidad y/o calidad de la información es el mínimo punto de partida en cualquier discusión y entramparse en eso no le hace bien al proceso legislativo. Las estimaciones o cálculos debieran ser insumos para un debate de calidad, no la razón de éste.
Lo cierto es que actualmente el Ejecutivo tiene el monopolio de la información y la capacidad técnica en temas presupuestarios. Por lo tanto, el Congreso debe hacer un acto de fe respecto de los informes financieros que acompañan a cada proyecto de ley, o incluso de la Ley de Presupuestos que aprueban anualmente. En Espacio Público consideramos esencial que el Congreso cuente con una Oficina de Presupuesto, con capacidad técnica para revisar o generar información financiera para la evaluación y debate legislativo. Sólo así el Legislativo podrá ser un verdadero contrapeso del Ejecutivo en materias presupuestarias, mejorando la calidad de nuestras políticas públicas y, con ello, la calidad de vida de todos y todas.