Los mensajes contradictorios que ha recibido la población han provocado una disonancia cognitiva cuyos efectos son difíciles de estimar. Mientras hace solo unas semanas el énfasis de la comunicación estaba en destacar los avances y éxitos, hoy nos encontramos con un aumento de casos vertiginoso y un confinamiento obligado. Esta incoherencia, que exaspera a la comunidad científica, a los trabajadores de la salud y a las autoridades municipales, distrae, agota y hace perder el foco justo cuando necesitamos enfrentar con unidad y de manera clara este desafío.
Para avanzar en una comunicación efectiva de riesgo, y lograr que la población haga un esfuerzo adicional, debemos abandonar la comparación con otros países y concentrarnos en aprovechar al máximo nuestras fortalezas, que son muchas. Tenemos todavía una mesa social que sigue dispuesta a coordinarse. Tenemos una atención primaria de salud fuerte que hizo y está haciendo mucho más de lo exigible. Tenemos una fuerza laboral en salud comprometida y bien calificada. Tenemos una realidad política que no está polarizada respecto de la evidencia científica. Tenemos un ministerio de Salud que quiere hacer las cosas bien. Tenemos, por muy imperfecto que sea, un sistema democrático que busca en medio de las consecuencias del estallido social responder a esta emergencia sanitaria.
Además, contamos con un consejo asesor imparcial, técnico, con miembros respetados nacional e internacionalmente. En el inicio de la pandemia una de sus primeras recomendaciones fue implementar una trazabilidad férrea de los casos importados y de las personas que llegaban fuera de Chile, lo que se aplicó a medias por lo que rápidamente nos vimos desbordados en el número de casos. En octubre del año pasado, el consejo recomendó restringir el ingreso de personas al país e implementar un sistema de vigilancia del viajero, lo que también se ha hecho muy parcialmente.
El camino a seguir es claro: todos debemos ponernos de acuerdo, gobierno, Mesa Social, Congreso y opinión pública, en una estrategia básica y esencial: reconocer que nuestra mejor apuesta para superar esta pandemia está en implementar de manera decidida, oportuna y fiel las medidas que el consejo asesor discute y propone, supeditando a ellas todos los otros legítimos intereses económicos y sociales. A esto debe sumarse, de manera urgente, una estrategia de comunicación de riesgo, profesional y ciudadana, que elimine los dobles mensajes y presente a la población un frente unido en el manejo de la pandemia.
Si hacemos esto, podremos simplificar los mensajes a la población y alinearnos detrás de las mejores recomendaciones científicas. Y esto no es poco.