Tres académicos de ciencia política (Meléndez, Rovira y Sajuria) publicaron un artículo hace dos meses que señala que en Chile se puede pensar que hay condiciones para que se establezca una fuerza de derecha populista radical. Lo anterior se sustenta en una encuesta presencial sobre las preferencias en el plebiscito del 2020 y los respectivos perfiles sociodemográficos, ideológicos y políticos de quienes apoyaron cada opción. El modelo predictivo construido por los autores muestra que existen características entre quienes votaron Rechazo que se vinculan con la derecha populista radical; estas características son las que se han usado en otros lugares del mundo y concitan acuerdo en la literatura comparada. Muy probablemente, los autores de este artículo no deben haber imaginado que varias semanas después José Antonio Kast comenzaría a ser un candidato en crecimiento, pasando de una candidatura testimonial a una que parece ser competitiva.
Si hace algunas semanas atrás el programa de Kast no era considerado en la discusión pública, hoy es una hoja de ruta que debemos mirar con detención; y la revisión de sus ideas levanta alertas. Dentro de sus propuestas es posible leer el deseo de cerrar la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) puesto que a su entender realiza activismo político y refugio laboral de expolíticos; disminuir las atribuciones de la Contraloría General de la República, aumentar las atribuciones del estado de emergencia permitiendo arrestar a las personas en sus casas o “en lugares que no sean cárceles ni estén destinadas a la detención”. Otras propuestas son cerrar el Ministerio de la Mujer o tomar medidas que propicien el cuidado del medio ambiente cuando “se valide fehacientemente la postura climática dominante”, puesto que a juicio del candidato las conclusiones actuales se basan en “simples correlaciones recientes”. Esto último va en contra de la robusta evidencia científica existente. Nada de lo anterior es caricatura, sino que está plasmado en documentos oficiales del candidato.
Con el triunfo de Trump, el éxito del Brexit y otras candidaturas populistas exitosas a nivel mundial la ciencia política ha intentado analizar los motivos de estas victorias. Mientras que algunos han puesto sus ojos en perspectivas de inseguridad económica y las diferencias en las condiciones materiales, otros autores han analizado la reacción ciudadana a cambios culturales masivos que parecieran confrontarse con valores tradicionales. Lo que ambos tienen en común es que existe un electorado no escuchado que ha terminado extremando posiciones y pretender construir cercos de discusión solo empeora este escenario.
Lo que está pasando en Chile no es único, la receta parece conocida, tanto para lograr el éxito electoral como para reconocer los costos que dichos éxitos han tenido para las democracias.