En los últimos años ha sido frecuente escuchar a diversas autoridades políticas vinculando migración con delincuencia. Estas declaraciones aumentaron su intensidad en las últimas elecciones presidenciales, todo ello en el contexto de un aumento considerable en la población migrante residente en Chile. Estas conductas se sumaban a una desastrosa tendencia internacional.
Al respecto, podemos recordar algunos ejemplos de público conocimiento. Durante su candidatura, el actual Presidente de la República señaló que era “muy ingenuo y estúpido tener una política de migración que termina importando males como la delincuencia, el narcotráfico, el crimen organizado”, como si Chile hubiera tenido alguna vez una política que tuviera dicho objetivo. Durante el mismo período, y sin datos para respaldarlo, el senador Guillier comentó que en Santiago el vínculo entre inmigración y delincuencia aún no era un gran tema, pero sí lo era en Antofagasta. A lo anterior se sumó el lamentable espectáculo que fue “el programa de expulsiones” realizado el año 2018, el cual tenía cobertura nacional, se filmaban a los migrantes expulsados y se llevaba incluso un conteo por nacionalidades, como si las expulsiones fueran un hecho nuevo en Chile. En el último tiempo, el Presidente Piñera señaló en una entrevista que había personas que se preparaban para incentivar una nueva ola de violencia; ante la pregunta del periodista para tener más detalles sobre ello, aseveró que “hemos expulsado a mucha gente”, permitiendo que cualquier lector concluyera que quienes diseñaban esta nueva ola de violencia eran migrantes.
Frente a estas afirmaciones, es pertinente preguntarse ¿cuál es la evidencia que respalda dichas afirmaciones? Durante este mes se han publicado al menos cuatro estudios que analizan la relación entre migración y delincuencia en Chile. Los estudios que menciono fueron realizados por instituciones variadas: CEP, Servicio Jesuita a Migrantes, Migration Policy Centre junto con Brookings, y finalmente una investigación realizada por un equipo del BID. Todos ellos tienen una respuesta clara: no existe evidencia para sostener dicha relación, conclusión que es consistente con la literatura internacional. En el caso del estudio del BID, además de mostrar que no existe impacto del aumento del flujo migratorio en victimización, sí existe un impacto en las preocupaciones relacionadas con el crimen, lo que sugiere que la migración genera percepciones erróneas relacionadas con la delincuencia, además analizan el papel de los medios de comunicación locales como plausibles amplificadores de las noticias sobre delitos relacionados con los migrantes.
Se acercan épocas electorales, algunos volverán a culpar a los migrantes sobre distintos problemas que enfrenta Chile. Y a ellos, habrá que recordarles que frases dichas livianamente, carentes de evidencia solo minan profundamente nuestra ya precaria cohesión social. La ciudadanía no puede permitir eslóganes al viento que subestiman nuestra capacidad de informarnos y conocer la verdad.