Una de las propuestas de la Comisión Engel, con el objetivo de fortalecer a los partidos políticos, fue otorgarles financiamiento del Estado. Se trata de una medida sumamente impopular, dado su descrédito. ¿Por qué estas instituciones, tan mal evaluadas por la ciudadanía, deben recibir recursos de todos los chilenos, que pueden ir a otros temas como salud, educación o pensiones?
La respuesta, aunque no convence a todos, es porque necesitamos partidos políticos fuertes y que tengan recursos para realizar estudios, difundir sus ideas, capacitar dirigentes, etc. De ellos depende en gran parte nuestra democracia y las decisiones que se adoptan en temas como salud, educación o pensiones. Por esto, no pueden estar financiados por el mecenas de turno o buscar financiamiento en empresas que pueden capturarlos.
En enero de 2016, junto a otras reformas, se aprobó que el Estado les daría una suma a los partidos políticos que cumplieran ciertos requisitos. Además, se estableció que un 10% de esos recursos debían destinarse a fomentar una mayor participación política de las mujeres.
Lamentablemente en muchos casos no ha sido así, como reveló un reportaje la semana pasada. Esos fondos se utilizaron para asados, pagar cuentas, pintar sedes, charlas del profesor Salomón, viajes de dirigentes hombres, etc. La gravedad del asunto es que los partidos estén usando plata de todos los chilenos para otros fines de los que la ley que ellos mismos aprobaron, establece. ¿Qué pasa si yo uso un subsidio que se me otorgó para otro fin? ¿Si evado el Transantiago? ¿Si no pago mis impuestos? Normalmente se me sanciona por esto. Bueno, esperemos que en este caso ocurra lo mismo y, en el futuro, los partidos entiendan que nuestros recursos deben usarse bien y para lo que se les otorgó. No vaya a ser que finalmente tengan razón quienes se oponían y los partidos políticos no merezcan recibir fondos públicos.