La integración no es por generación espontánea
3 de enero de 2022
Hace algunos días atrás desde Espacio Público y junto con IPSOS publicamos la quinta versión de la encuesta «Chilenos y chilenas: desafiando los prejuicios, complejizando la discusión». El trabajo de campo fue presencial y se realizó entre el 29 de octubre y el 30 de noviembre, además consideró a las ciudades de Antofagasta, Valparaíso, Viña del Mar, Concepción, Talcahuano y el Gran Santiago. Dentro de sus resultados me gustaría destacar la visión existente sobre la migración.
Mientras que un 49% de las personas encuestadas cree que «la migración es beneficiosa para el país porque aporta diversidad y otros beneficios sociales», un 43% cree que «la migración es dañina para el país porque aumentan los problemas sociales». Al analizar estos resultados por zona geográfica, las personas de Antofagasta son quienes tienen la visión más crítica sobre la migración. De hecho, un 65% cree que la migración es dañina para el país, y solo un 28% cree que la migración conlleva beneficios. Una lectura errónea de estos resultados buscaría generar un juicio o división entre buenas y malas personas, sin embargo, el desafío que muestran estos datos tiene relación con la forma en que se ha llevado a cabo la integración de la población migrante en zonas donde su presencia es mayor.
Si es que realmente queremos propiciar una mejor integración de la población migrante en Chile, hay que pensar en el proceso de interacción entre los migrantes y los nacionales, y también en las instituciones de la sociedad que facilitan la participación económica, social, cultural y cívica, además de propiciar un sentido inclusivo de pertenencia a nivel nacional y local. Tal como ha mostrado la literatura, aunque el proceso de integración se lleva a cabo independientemente de las intervenciones políticas, la forma en que se diseñan y el tipo de políticas públicas desempeñan un papel fundamental a la hora de orientar el proceso de integración. Además, aunque este proceso es bidireccional ya que los migrantes tienen un rol, este es considerablemente menos decisivo en comparación con el papel del Estado.
Lamentablemente, un problema recurrente en la forma y el ritmo con el que enfrentamos diversos desafíos de política pública en Chile tiene relación con el lugar geográfico donde está instalada la tensión. Si las cosas pasan en Santiago o incluso en sectores específicos de la capital la conmoción y la reacción tienen otra velocidad. Algo de esto es lo que ha pasado con el fenómeno migratorio y las medidas de integración requeridas, donde la tensión fue comprendida en una cierta proporción por el mundo capitalino cuando circuló el video que mostraba a chilenos quemando las pertenencias de personas venezolanas. A los días la preocupación pasó, cuando la tensión para los habitantes del norte de Chile sigue existiendo.