La oportunidad que brinda el proceso constituyente para revincular la institucionalidad política con la ciudadanía no es tarea fácil de lograr, sin embargo, hay que reconocer que no poseemos tantos más caminos que nos otorguen al menos la posibilidad de que aquello puede suceder. Por lo mismo, desde Espacio Público hemos asumido el desafío de contribuir activamente en este momento histórico, y es por ello, que junto con IPSOS desarrollamos un instrumento de seguimiento de la percepción ciudadana respecto al proceso constituyente. Durante todos estos meses estaremos entregando información cuantitativa y cualitativa que contribuya a conectar a la elite con las expectativas y anhelos de las personas que habitan nuestro país. Lo anterior se hace cada vez más apremiante, considerando la enorme distancia existente entre la ciudadanía y las elites, como muy bien han constatado diversos estudios. En esta columna quisiera destacar algunos de los interesantes resultados de esta primera entrega, además de invitar a todas las personas a acceder a nuestras redes y analizar con detención toda la información disponible.
Cuesta hablar de esperanza en semanas tan adversas. Llevamos un año en pandemia, y cuando racionalizamos que estamos en el mismo encierro que vivíamos hace 12 meses atrás, el desánimo es generalizado. A esto se suman los efectos que tienen las cuarentenas, sobre todo en aquellos hogares más vulnerables. Por si fuera poco, en las últimas horas se agregó el inminente cambio de las elecciones por razones sanitarias. Dicho todo lo anterior, la encuesta recién publicada deja en evidencia que la esperanza es la emoción que más evoca el proceso constituyente (con un 52%), seguido de alegría (46%) y desconfianza (32%). Solo para comparar, en una encuesta que realizamos en agosto de 2020 respecto a las expectativas y sentimientos sobre el plebiscito, un 41% asociaba el proceso que se iniciaba con el plebiscito con una oportunidad de cambio, un 19% con esperanza y un 12% con incertidumbre. Contra todo pronóstico y situación vital, la esperanza se ha ido haciendo espacio.
Que el proceso constituyente sea el camino de esperanza en tiempos tan sombríos refuerza la oportunidad que tenemos al frente, los riesgos de ser ajustados con las expectativas y sincerar aquello que el cambio constitucional puede lograr, animando a su vez otras discusiones que deben complementar este camino. Las causas que nos llevaron al acuerdo constitucional del 15 de noviembre son estructurales y complejas, por lo que enfrentarlas requerirá tiempo y diversidad de estrategias, además de un esfuerzo deliberado de parte de nuestras elites de poder comprender y no caricaturizar aquello que sucede en Chile. Dicho todo esto, no deja de ser animador, en momentos en que todos lo necesitamos, reconocer que sigue habiendo un brote que ilusiona, y, como señalan los focus groups realizados, nos permita construir un lugar «donde el bienestar sea algo que todos y todas puedan aprovechar».