En seis semanas más estaremos frente a elecciones de gobernadores regionales, alcaldes, concejales y convencionales. Si bien es esta última elección la cual ha concentrado la mayor notoriedad pública, no es la única elección que enfrentaremos por primera vez, posición que comparte con la de gobernadores regionales. El 11 de abril será en muchas dimensiones un día electoral sin precedentes.
El escenario electoral de abril es conocido en buena parte desde el 25 de octubre, fecha en que ganó el Apruebo y se definió que votaríamos por convencionales constituyentes. Sin embargo, desde los primeros días de julio de 2020 sabemos que el domingo 11 de abril votaremos por los otros tres cargos. Si bien para el plebiscito desconocíamos la cantidad de candidatos y candidatas a convencionales que habría en la papeleta y la manera en que se conformarían las listas para dicha elección, sí había claridad sobre dos aspectos esenciales que había que considerar para abril de 2021: en primer lugar, es una elección compleja en consideración de la gran cantidad de cargos a escoger, lo que hace que sea un proceso más lento en cuanto al día de la votación, como también a la necesidad de una buena pedagogía ciudadana, puesto que hay cargos propios de una dimensión territorial (gobernadores, alcaldes y concejales) y otro que está vinculado a discusiones más nacionales (convencionales). En segundo lugar, era altamente probable que las elecciones de este año se realizarían durante la pandemia, por lo que la posibilidad de implementar medidas que facilitaran la participación electoral y promovieran el cuidado de la salud de todas las personas seguirían siendo dos variables para considerar y por las cuales trabajar. Un tercer antecedente lo tuvimos algunas semanas después de realizado el plebiscito, y es que no hay evidencia que vincule algún crecimiento de casos Covid con las elecciones, lo que demuestra que las medidas adoptadas le otorgaron seguridad a la ciudadanía.
Dicho todo lo anterior, el escenario que hoy enfrentamos no es nuevo y sabemos considerablemente más que antes de realizar el plebiscito. Para el plebiscito del año pasado y de manera frustrante diversos actores de la sociedad civil recibimos un «no alcanzamos a implementarlo» ante diversas propuestas que veníamos realizando con meses de anticipación, las cuales estaban destinadas a otorgar seguridad a la ciudadanía y asegurar el derecho a voto a personas con Covid y a grupos que históricamente han quedado marginados de las elecciones. A seis semanas del plebiscito, aún no hay claridad sobre cómo se realizarán las elecciones y comienzan a ponerse en riesgo compromisos que previo al plebiscito habían quedado de ser concretados «en las siguientes elecciones». Nadie quiere realizar cambios «a la rápida», el problema es que se llega tarde por opción, teniendo la posibilidad y la segunda oportunidad de realizarlos con el tiempo y comunicación que requieren.
Publicada en La Tercera.