El editorial del pasado martes trató sobre la persistencia del porcentaje de jóvenes NiNis en Chile (18,6% el 2017), y sobre el rol de la política pública para incidir en este grupo. Sobre esto, llama la atención la relación directa que se hace del término NiNi con inactividad.
Si bien se trata de inactividad educativa y laboral, ello no significa que sean personas sin responsabilidades que no realizan tareas valoradas por sus entornos.
Dicha distinción tiene suma importancia para evitar los estereotipos en torno a los NiNis.
En efecto, el estudio ‘Millennials en América Latina y el Caribe, ¿trabajar o estudiar?’ realizado por Espacio Público junto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá (IDRC), muestra que en Chile, de los jóvenes entre 15 y 24 años que no se encuentran trabajando, estudiando ni capacitándose, un 59% se dedica a labores de cuidado de algún familiar, un 83% realiza labores domésticas, y un 44% está buscando empleo. En este sentido, no existiría realmente una ‘pérdida’ desde el punto de vista económico para las familias como indica el editorial, ya que la sustitución de dichas labores tiene un costo que los jóvenes no pueden suplir trabajando, ni mucho menos estudiando.
Finalmente, se debe entender que la verdadera problemática respecto de los jóvenes (y sobre todo de los peyorativamente llamados NiNis) es cómo la sociedad sigue anclada en diagnósticos que la evidencia muestra son equivocados.
Nuestros jóvenes son comprometidos, tienen habilidades y potencialidades para un mundo laboral en constante cambio.
Es fundamental, entonces, trabajar para eliminar las brechas que aún persisten, como la dificultad para compatibilizar estudio, trabajo y otras tareas como las labores de cuidado, que como país no hemos sabido resolver y, por ende, siguen recayendo en ocasiones en los jóvenes, y en particular en las mujeres.