Hace unos meses atrás, Espacio Público presentó los resultados de su encuesta anual «Chilenas y chilenos hoy: desafiando los prejuicios, complejizando la discusión». Una de las preguntas que realizamos es sobre los principales problemas que les afectan a las personas encuestadas, en esta ocasión los primeros lugares fueron delincuencia (53%), desempleo (40%), servicio de salud deficiente (40%) y la corrupción en la política (31%). Cuando formulamos esta pregunta considerando los problemas que cada persona cree que le afectarán en los próximos 10 años hay algunos cambios, la delincuencia sigue en primer lugar pero con una disminución de 9% en las menciones, pensiones sube de un 22% a un 31% y el problema de la contaminación ambiental/cambio climático aumenta de un 12% a un 20%, además, cuando se hace un doble click en este aumento, este se explica principalmente por el 35% de jóvenes entre 18 y 29 años que consideran el cambio climático como un problema que les afectará directamente.
Los datos presentados anteriormente nos dan una buena y una mala noticia. La buena, es que las personas más jóvenes de nuestra sociedad tienen la conciencia y la fuerza de reconocer desafíos apremiantes, los cuales en otros tiempos parecían difíciles de priorizar o eran banderas levantadas por grupos persistentes pero minoritarios. Estas cifras se complementan con innumerables historias de hogares que han modificado sus prácticas medioambientales empujados por los más pequeños del hogar. La mala noticia es que el cambio climático no será un problema en 10 años más, sino que lo es hoy y en esto la evidencia es irrefutable. El comentado informe del IPCC, publicado la semana pasada, no deja espacio para ambigüedades, y los expertos involucrados en su elaboración tampoco. Científicos de nivel mundial han entregado insumos técnicos para que los responsables de las políticas públicas puedan decidir mejor, y consideren que el cambio climático que estamos viviendo es sin precedentes y el resultado de nuestras propias acciones.
Enfrentar el cambio climático no puede ser únicamente un desafío que responda al esfuerzo individual, sino que tiene que ser el telón de fondo de todas las discusiones de política pública que enfrentamos hoy. Desde la Convención hasta la intervención más particular. El desafío es conectar la situación mundial del cambio climático con nuestra realidad nacional, pero también con la más local. No tenemos 10 años más para reconocer que el cambio climático será un problema que afectará nuestras vidas. Por lo mismo, en un año de elecciones y cambios profundos de marcos políticos, es apremiante demandar y escuchar propuestas que vayan desde cómo reactivar la economía sin excluir la dimensión ambiental y social hasta cómo afrontar los múltiples conflictos socioambientales que aquejan diversos territorios de Chile. El desafío del cambio climático no es en abstracto y sigue dependiendo de aquello que necesitamos tanto para vivir en comunidad: la buena política.