Retiro del 10%, emergencia económica y necesidad de una reforma estructural a las pensiones
El país atraviesa tiempos sombríos. A la muerte y la enfermedad se ha sumado una crisis económica devastadora. Cuando llegó la epidemia, nos hallábamos en medio del estallido social que desveló la disociación entre nuestras élites y la ciudadanía. El sistema de pensiones, con la resistencia que generan las AFP y las pobrísimas jubilaciones que entrega, quedó instalado al centro de los reclamos.
Hoy, la cesantía y la pobreza acechan a los sectores más desposeídos y a una clase media frágil. Es apremiante ir en su apoyo. De ello depende no sólo el bienestar de quienes hoy están sufriendo, sino nuestra estabilidad democrática. Un país en el que parte significativa de sus habitantes se sienten marginados nunca conseguirá caminar sobre terreno firme.
Hasta aquí, han sido muchos los anuncios y poca la ayuda concreta. El gobierno ha sido lento a la hora de atender las urgencias. Cunden la desconfianza, el desorden, e incluso la arrogancia de algunos que creen saber mejor que los propios afectados en qué consisten sus carencias.