El miércoles, La Tercera informa que la Contraloría ordenará sumarios en el proyecto Nueva Alameda, lo que confirma que fue un grave error exigir un corredor de buses, ya que los estudios que se cuestionan se explican por la absurda idea de mover los buses al centro de la calzada como ocurre en los corredores.
Este diseño afecta la calidad del entorno urbano, como ha quedado demostrando en varios corredores, perjudica a los usuarios del transporte público y al comercio que depende de la afluencia de usuarios de buses en veredas. Además, estas obras viales son caras y lentas de ejecutar, como quedó demostrado en el corredor de Vicuña Mackenna, que tuvo un costo de $100.000 millones para solo 8,4 kilómetros, demorándose un año más de lo programado.
Dicho lo anterior, me parece impresentable que las mismas personas que exigieron este corredor, o que lo defienden hasta hoy, critiquen la caída de la Nueva Alameda, siendo que son responsables de ello, al retrasar el diseño del proyecto y elevar su costo de forma injustificada.
Es necesario que la autoridad vuelva al sentido original de la Nueva Alameda, que era el gran aporte del proyecto que ganó el concurso: mejorar el estándar de la avenida como un gran Espacio Público metropolitano. Ello implica ampliar veredas, renovar mobiliarios y aumentar su arborización e iluminación, partiendo por los tramos más deteriorados de Estación Central.