Recientemente salió el resultado del Índice de Percepción de la Corrupción 2017 realizado por Transparencia Internacional desde 1995. En general, Chile ha destacado por liderar en la región, disputando el primer lugar con Uruguay.
Si bien en esta edición subimos un punto en la medición y mantuvimos el segundo lugar tras Uruguay, con respecto a todos los países medidos (180 en esta oportunidad), desde el 2013 hemos venido bajando progresivamente, desde el lugar 20 al 26.
Los resultados globales no son alentadores, ya que 2/3 de los países están bajo los 50 puntos (en una escala de 1 a 100, donde 100 es lo menos corrupto) y el promedio global es de 43 puntos. En la región las cosas no están mejor. Golpeada por el caso Odebrecht y otros escándalos a nivel nacional, países como Venezuela, Haití, Nicaragua y Guatemala se encuentran dentro de los peores evaluados del mundo, junto con otras naciones mayoritariamente africanas. De este modo, el promedio regional es de 44, tan solo 1 punto más que el global, pero muy lejos de regiones desarrolladas, como la Unión Europea y Europa del Este con un promedio de 66 puntos.
En Chile se puede explicar el resultado a la baja dado los múltiples escándalos que hemos conocido. Sin embargo, con 67 puntos estamos más cerca del resultado de países desarrollados que del promedio mundial y regional. Pero no podemos sentarnos en los laureles y debemos seguir combatiendo los espacios institucionales que permiten que la corrupción se cuele.
Lo anterior junto con sanciones realmente proporcionales y disuasivas, y no como las que tenemos en la actualidad, pueden ayudar a que Chile vuelva al primer lugar de la región y al top 20 mundial. Esperemos que el nuevo Gobierno tome este desafío y continúe profundizando reforma