Enero ha sido por excelencia el mes para procesar lo sucedido el año anterior, ordenar, planificar y preparar todo lo que comenzará con fuerza el ansiado primer lunes de marzo. Este año, aquello que es tan rutinario en los espacios laborales y en los hogares, se trasladará con apremio a aquellas esferas colectivas, en donde dejamos nuestras dinámicas particulares y comenzamos a pensar en común. Durante enero podremos demarcar todo aquello que será fundamental para Chile durante los próximos 12 meses.
Hace seis meses teníamos la claridad de que existía un acuerdo que nos permitía decidir si queríamos iniciar un proceso constituyente, sin embargo, no teníamos la certeza de cuándo se iba a concretar. Al mismo tiempo vivíamos las peores semanas de la pandemia, con buena parte del país encerrado en sus casas y sin ayudas económicas claras, miles de familias y empleadores se encontraban en la incertidumbre más absoluta. La única certeza que teníamos entonces era que la pandemia sería peor de lo que imaginábamos y que sin saber cuándo terminaría, no sería tan pronto como se pensó inicialmente. Hoy el escenario es distinto.
¿Qué certezas tenemos? El 11 de enero conoceremos a quienes serán los candidatos y candidatas a la convención constituyente, a alcaldes y concejales, y también a gobernadores. Ya sabemos que podemos realizar elecciones en pandemia y que la participación puede ser buena, pero también sabemos que el tiempo apremia y que habrá que modificar todo aquello que no logramos resolver para el 25 de octubre pasado. Lamentablemente, no todas las certezas son buenas noticias. Sabemos que los equipos de salud están exhaustos, que ha sido un año demandante tanto física como emocionalmente y que el peso que significa para ellos un crecimiento de los contagios no podrá ser resistido de igual forma. La buena noticia de la vacuna nos da la certeza que habrá luz al fin del túnel, pero que esto no es inmediato y que no podemos jugar al exitismo, porque sabemos cómo nos ha ido cuando tomamos ese sitial. Las redes sociales y también la conversación en la calle nos dan la certeza que hay personas que desconfían de las vacunas y que habrá que ser activos en responder a ese temor, mas nunca despreciarlo. Sabiendo que la vacunación requerirá tiempo y habiendo procesado los aprendizajes de los últimos meses, nos toca continuar siendo responsables con las medidas que permiten disminuir el contagio (las cuales conocemos con bastante mayor certeza) y también diseñar medidas económicas que se hagan cargo de lo anormal que será al menos nuestro primer semestre. Por último, sabemos que las mujeres trabajadoras fueron más afectadas que los hombres y que el subsidio al empleo no ha logrado llegar de forma mayoritaria a ellas, y sabemos también que no hay reactivación exitosa ni menos desarrollo si no logramos que ellas sean parte.
En suma, a diferencia de hace seis meses hoy sabemos por dónde caminar. Pero el solo saberlo no asegura el éxito.