Una de las preguntas recurrentes en las elecciones parlamentarias y presidenciales pasadas era ¿quién te financia? Una que entonces quedó sin respuesta. Pero esta demanda se volvió más patente luego de que estallaran los escándalos Penta y SQM, por la duda de financiamiento irregular y de que los aportes reservados bajo las normas anteriores, tenían muy poco de secreto para el candidato.
En las elecciones parlamentarias del 2013, según cifras de CIPER, la mayor fuente de financiamiento provino de aportes reservados de 297 empresas y 12 personas, que representaron un total del 41% de los ingresos totales de los candidatos; los anónimos un poco más del 3%. Los aportes privados de carácter público, es decir, con nombre y apellido, representaron tan solo un 0.7% del total.
Este panorama cambió radicalmente con las nuevas reglas de financiamiento a la política que comenzaron a regir el año pasado. A la fecha, el aporte de personas con publicidad, o sea con nombre y apellido, es la segunda fuente de mayor financiamiento de los candidatos al Parlamento y a la Presidencia: ronda el 20% del total. Hay casi 1.900 aportantes con publicidad a diputados por una cifra cercana a 1.200 millones de pesos; a candidatos al Senado se han aportado más de 500 millones de pesos entregados por alrededor 500 personas; y a la Presidencia casi 900 personas han aportado un poco menos de 1.500 millones de pesos. Estas donaciones van de $1 a $13 millones.
Los aportes sin publicidad, en cambio, es decir aquéllos que solo el candidato conoce quién los hizo, en el caso del Parlamento es la fuente de menor financiamiento: 2% en senadores y un 5% en el caso de los diputados.
Hoy la transparencia del financiamiento es uno de los principales ejes de campañas que, así, debieran volverse más ciudadanas. Ahora, si nos importa, podemos tener esta información en cuenta para decidir por quién votar.