Por quinto año consecutivo, «un servicio de salud deficiente» aparece entre los primeros lugares de problemas que más afectan a las y los chilenos, según la encuesta anual «Chilenas y chilenos hoy, desafiando los prejuicios, complejizando la discusión», de Espacio Público e Ipsos. Sin considerar a la delincuencia, que ocupa persistentemente el primer lugar en estos cinco años, la calidad de los servicios de salud es un factor que abona al malestar en la población.
No es efecto de la pandemia, pues ya en los años previos a la llegada del Covid a nuestro país la salud se posicionaba como uno de los problemas que más afecta a entre 34% y 40% de la población, particularmente alto entre mujeres y usuarios de Fonasa. En la medición de este año, además, el 71% de la población señala que estaría muy preocupado/a por la falta de recursos para enfrentar un accidente o enfermedad grave que le afecte directamente o a algún familiar, sensación de desprotección que está a la base del problema.
Es difícil que un gobierno pueda proponerse transformaciones que impacten en la calidad de vida de las personas en muchos ámbitos. Si bien es cierto que arrastramos deudas en materias de pensiones, condiciones laborales, regulación medioambiental, educación, derechos de las minorías y un largo etcétera (además de la gestión de la pandemia), al momento de asumir, el gobierno del Presidente Boric tendrá que priorizar reformas, pues diluir el capital político y la capacidad técnica para impulsar reformas duraderas en una gran amplitud de ámbitos es un riesgo poco aconsejable, considerando además con realismo la situación económica que enfrentará el país en los próximos años y la composición de un Congreso dividido, con alta dispersión de fuerzas.
En materia de salud puede existir capital político y adhesión social a reformas importantes. Si bien 35% de la población señala estar de acuerdo o muy de acuerdo con «pagar más impuestos para aportar más al sistema público de salud», esta cifra es superior al 27% observado el 2017.
Aún más, el 71% de las y los encuestados señala estar de acuerdo o muy de acuerdo con «pagar más impuestos para mejorar el sistema público de salud, si supiera que el dinero va directamente a eso», condición a la disposición de pagar más impuestos que puede ser un indicio relevante en el diseño de una reforma que fortalezca el sistema público de salud en Chile. Además, al igual que en el año 2017, frente a una serie de proyectos de inversión que pudiera impulsar un gobierno, uno que le permitiera acceder a una consulta de salud en la misma semana en la que solicita la hora obtiene más del 50% de las preferencias, por sobre otro tipo de inversiones en transporte o espacios públicos.
Habría que diseñar mensajes comunicacionales efectivos para consolidar la adhesión social a las reformas, que atiendan a las resistencias que se observan con mayor intensidad en los grupos socioeconómicos extremos, ya que son las clases medias las que declaran mayor adhesión a la disposición de pagar más impuestos para mejorar el sistema público de salud.
Las deficiencias en el servicio de salud han estado silenciosamente mancillando la confianza de las personas en las instituciones públicas, pues pese al encomiable esfuerzo de su personal, las deficiencias estructurales han impedido brindar un servicio que reconozca la dimensión material y de trato que contiene el concepto de dignidad. Con personas que gozan de amplia legitimidad en su círculo cercano vinculadas a la salud, y la creciente disposición a aportar más por parte de la población para mejorar este servicio, el diseño de las reformas podría considerar a la salud como una de las prioridades.