Tres años han transcurrido desde que los retiros se tomaron la agenda en materia de pensiones. La ley 21.248 de julio de 2020 fue la primera iniciativa en autorizar un “retiro excepcional ude los fondos acumulados de capitalización individual”. Rápidamente, la calificación de excepcional fue superada y las leyes 21.295 de diciembre de 2020 y 21.330 de abril de 2021, permitieron el segundo y tercer retiro, respectivamente.
Así, la discusión sobre los retiros se instaló en base a una lógica individual y regresiva, e ignorando los efectos en pensiones y macroeconómicos; mientras que la desafección hacia el sistema de pensiones o el temor ante el uso de los fondos en una reforma fueron asentando ese proceso.

En ese marco, más de 11 millones de personas realizaron al menos un retiro, de las cuales 36,5% quedaron sin saldo en sus cuentas, principalmente mujeres y, entre ellos, cerca de 200 mil pensionados. En total se retiraron $53 mil millones de dólares, equivalentes a 25% de los fondos de pensiones antes de los retiros. El impacto sobre el sistema de pensiones resultó sustantivo y se estima que los efectos son mayores en mujeres y jóvenes y en los afiliados de bajos ingresos, densidades de cotización y ahorros acumulados. A esto se sumó el impacto en inflación, el alza en las tasas de interés y el encarecimiento de los créditos, también regresivos.
Pero la discusión prosiguió con un cuarto y quinto retiros, los que afortunadamente se rechazaron (en diciembre de 2021 y abril de 2022). Luego, en marzo de 2023, vino el rechazo de una nueva iniciativa impulsada en el Congreso a través de la figura del autopréstamo.
Las razones que se han argumentado para los retiros se han centrado en las necesidades económicas de las personas, pero han pasado por alto el objeto del ahorro para pensión y han soslayado las herramientas específicas para esas necesidades, como las medidas de seguridad económica promulgadas en marzo.

Así, esta semana, el debate de un “sexto retiro” vuelve a la agenda, a partir de seis mociones parlamentarias. Paralelamente, no se observan avances en la postergada reforma para mejorar las pensiones, que es el verdadero problema urgente en esta materia.
Los retiros de fondos siempre van a ser populares, pero la evidencia de sus graves y regresivos impactos debiera llevar a rechazarlos y a superar un debate que acumula tres años. También debiera llevar a evitar otros sucedáneos o medidas paliativas, como los autopréstamos, que afectan la posibilidad de mejorar las pensiones. Hoy lo urgente y prioritario es un acuerdo amplio para avanzar en la reforma previsional, aislando esa discusión de largo plazo del ciclo electoral y cuidando la construcción de un sistema de pensiones suficiente, equitativo y sostenible como oro en paño.