Un llamado de alerta (23/11/2021)
23 de noviembre de 2021
Las elecciones del domingo han dejado a muchos muy desorientados. Sus resultados, los del plebiscito y la Convención, y los de gobernadores y alcaldes, arrojaron cada uno distintos ganadores. El electorado ha estado enviando mensajes que podrían considerarse distintos, incluso contradictorios. A pesar de ello, hay algunas continuidades que habría que intentar auscultar, además de que ya es tiempo que los ganadores de una contienda puntual dejen de dar sus victorias como definitivas, como respaldos incondicionales no solo a sus ideas políticas, sino también a sus defectos, errores y tropelías. En ese sentido, si bien necesitaremos tiempo para procesar y entender los resultados, hay un punto que me gustaría comenzar a destacar.
Existe una distancia relevante entre lo que sucede en la Región Metropolitana y lo que pasa en el resto de Chile. Varias regiones manifestaron un fuerte rechazo a lo que sectores más tradicionales ofrecían. En particular, quisiera detenerme en la Región de Antofagasta, que dio el primer lugar de las preferencias a Franco Parisi y un diputado a su recién formado partido. En primer lugar, hay que mirar con atención cuáles fueron los motivos para que la mayoría de las preferencias las tuviera un candidato que por líos judiciales no se atreve (o no puede) a volver al país. A lo anterior se suma que esta zona minera fue históricamente un bastión de la centroizquierda, aunque ya en la elección presidencial de 2013 levantaba alarmas cuando con un 22%, le dio a Parisi 12 puntos porcentuales más que los que sacó en el promedio nacional. Pareciera ser que el abandono y la precariedad, sumado a una constante tensión social, han ido mellando en la sociedad regional y nadie ha estado dispuesto a seguirlo con atención. La distancia entre la gente común y quienes han ocupado posiciones de poder, ha generado que las propuestas de estos últimos tengan bajo arraigo popular. Recetas arrogantes desde la vida metropolitana tampoco ayudarán lo suficiente.
La segunda vuelta no está cerrada, y quien así lo crea omite que las dos alternativas que se enfrentarán en diciembre no estaban en el escenario de nadie hace solo algunos meses. Sin embargo, el domingo pasado nos recuerda que hay una ciudadanía que, a pesar de todas las proclamas, no ha sido realmente escuchada, sino que ha sido observada -con una mirada que mezcla irracionalmente idealización, paternalismo y condescendencia- a partir de posiciones de élites aisladas, en las cuales abunda una retórica postmaterialista que por momentos parece desconocer las significativas precariedades que vive mucha gente en Chile. Lo cierto, es que los dos años que han seguido al estallido social han estado colmados de inestabilidad y crisis, algo especialmente agobiante para quienes en condiciones «normales» ya viven una vida llena de adversidad. Las regiones de Chile merecen ser vistas más allá del paisaje, desde sus particularidades, sus clamores y sus abandonos.