A propósito de la huelga de profesores, Carlos Peña en su columna asevera que la democracia directa, sin la moderación que aportan los representantes, solo ‘funciona bien cuando se la ejercita en grupos más o menos pequeños, cuyos miembros se sienten ligados por deberes recíprocos’.
Detecto dos simplificaciones en su argumento. Primero, la premisa de que los representantes moderan las preferencias de sus representados al ser ‘…capaces de ponderar los puntos de vista en juego…’ es discutible. La pregunta es si tienen las herramientas necesarias para ‘ponderar’, más allá de cuáles sean sus capacidades.
La segunda es que Peña está pensando en una democracia directa en particular: una persona, un voto (1p1v). Pero la literatura de ‘diseños de mecanismos’ ha avanzado hacia el objetivo de superar las debilidades de tal sistema.
Recientemente, Glen Weyl, coautor de ‘Mercados Radicales’, propuso el mecanismo de ‘votación cuadrática’, que ‘modera’ por sí mismo las preferencias de los votantes, sin intermediación de representantes, ya que captura la intensidad de ellas.
¿Cómo funciona? Cada votante recibe ‘créditos’ con los que adquiere votos a ser usados en distintas iniciativas de una consulta o elecciones a lo largo del tiempo. El precio de los votos sube cuadráticamente. Si cierta política me importa mucho, querré darle más de un voto, y cada voto adicional para la misma política me cuesta más; dos votos cuestan cuatro créditos, tres votos me cuestan nueve créditos, etcétera. Así, se marca la intensidad de las preferencias y se encarece el extremismo, ya que al asignar todos los votos a una causa, no se tendrá voz en otras.
El mecanismo ataca una importante falencia del mecanismo 1p1v: la opresión de las minorías por las mayorías. Pensemos en el control preventivo de identidad. Supongamos que el 60% está levemente a favor y el 40% está intensamente en contra. Con 1p1v ganaría la mayoría, pero el bienestar sería mayor si la minoría pudiese hacer valer la intensidad de su preferencia.
Parece más útil estudiar nuevas posibilidades para optimizar el resultado democrático que denostar la democracia directa en momentos en que la democracia representativa es cada vez menos valorada.