A veces el fallecido expresidente Sebasti\u00e1n Pi\u00f1era conversaba simult\u00e1neamente con colegas de distintas sensibilidades pol\u00ed\u00adticas para debatir. Recuerdo la primera vez que particip\u00e9 en una de esas reuniones colectivas con \u00e9l, hacia marzo del 2019. En esa oportunidad – unos seis meses antes del estallido social – el desaf\u00ed\u00ado era parecido al de hoy, pues se trataba de mejorar el crecimiento de tendencia y de facilitar proyectos de inversi\u00f3n productiva. Ah\u00ed\u00ad dije algo que quiero recalcar nuevamente con ustedes, en el contexto de destrabar proyectos. Solo el Ministerio de Hacienda o Presidencia tienen el poder suficiente para poder negociar con un servicio p\u00fablico que apure de las decisiones sobre proyectos. Esto no es sino una aplicaci\u00f3n de la teor\u00ed\u00ada de negociaci\u00f3n eficiente de Coase.<\/p>\n
Porque las burocracias – estatales o corporativas – est\u00e1n separadas en silos. Digamos que cada ministerio o servicio puede ser un silo separado. Donde a veces un silo debe velar por un objetivo, como el crecimiento, pero resulta que es otro silo el que tiene las herramientas para conseguirlo. Pensemos en herramientas como plazos efectivos de permisos de una desaladora o una certificaci\u00f3n arqueol\u00f3gica.
\nEn t\u00e9rminos t\u00e9cnicos, la soluci\u00f3n pasa por que el silo estatal que genera la externalidad negativa en la inversi\u00f3n – por las demoras – internalice dicho costo social. Eso alinea incentivos. El problema es quien lo negocia. Cuando un ministro de Econom\u00ed\u00ada, de Agricultura o de Miner\u00ed\u00ada van a la Directemar a pedir una aceleraci\u00f3n de tr\u00e1mites para una desaladora, resulta que ese ministro va esencialmente a pedir favores, no a negociar. Porque su cargo no le da las herramientas para transferir recursos con otro ministro o servicio. En contraste, cuando el tema se negocia desde Hacienda, con alguien cercano al presupuesto de la naci\u00f3n, entonces las cosas funcionan m\u00e1s r\u00e1pido. En ese caso, el l\u00ed\u00adder del servicio p\u00fablico internaliza que para poder acceder a recursos fiscales, entonces debe poner urgencia para evitar cuellos de botella innecesarios a la inversi\u00f3n. Porque dos m\u00e1s dos es cuatro, pero dos menos dos es cero. Sin inversi\u00f3n productiva, hay menor PIB de tendencia, y con menos PIB en un par de a\u00f1os habr\u00e1 menos recursos para financiar objetivos de cada servicio p\u00fablico, ya sea un nuevo barco para la marina o un nuevo estudio arqueol\u00f3gico.<\/p>\n
Nada de esto implica bajar est\u00e1ndares ni dejar pasar proyectos malos. Eso ser\u00ed\u00ada absolutamente nefasto. Siendo precisos, la externalidad que se busca mitigar es la demora innecesaria en la evaluaci\u00f3n de proyectos. Eso debe estar en los convenios de desempe\u00f1o de cada servicio, ya sea expl\u00ed\u00adcita o impl\u00ed\u00adcitamente. Cada sectorialista deber\u00ed\u00ada monitorearlo la Dipres.<\/p>\n
Por cierto, esto no es completamente novedoso. Algunos recuerdan que el ex ministro Buchi llamaba por tel\u00e9fono para facilitar inversiones en los a\u00f1os 1980s. Pero claro, la verdadera gracia est\u00e1 en poder hacerlo en nuestra democracia, con mejores est\u00e1ndares, y donde el ministro de Hacienda ocupa gran parte de su tiempo en el parlamento y en construir acuerdos. Por eso, m\u00e1s all\u00e1 de los cambios legales y los comit\u00e9s interministeriales de crecimiento, la autoridad fiscal deber\u00ed\u00ada contar con una mano derecha y un sistema presupuestario para alinear a los silos estatales que demoran la inversi\u00f3n.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
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