No es lo mismo que un profesor haga chistes sexistas en clases a que intente besar a su ayudante. Es menos grave que a una la traten de mijita en una reuni\u00f3n a que le paguen 30% menos que a los hombres por el mismo trabajo. Es preferible soportar una groser\u00eda que una violaci\u00f3n. Y es ciertamente muy distinto que una mujer pueda entrar gratis a una discoteca s\u00f3lo por ser mujer a que s\u00f3lo por ser mujer -t\u00edpicamente para castigarla porque no se comport\u00f3 como una \u2018buena mujer\u2019- la maten.<\/p>\n
No hay que explicarles esto a las estudiantes feministas. Ni pedirles que se calmen y dejen de mezclar peras con manzanas o cr\u00edmenes con galanter\u00eda. Furiosas y todo, lo entienden perfectamente.<\/p>\n
Lo verdaderamente radical del feminismo no son sus modos de protesta, sino el profundo cambio cultural que propone y las transformaciones que promete a nuestras instituciones y formas de vida. El resultado de haber excluido por siglos a la mujer de los espacios de toma de decisiones y de creaci\u00f3n del conocimiento ha sido que las reglas de nuestra convivencia e incluso nuestras maneras de mirar las cosas est\u00e9n profundamente sesgadas y sean ciegas a las experiencias, aportes y necesidades de las mujeres. Eso empobrece la vida de los hombres y perjudica dram\u00e1ticamente a las mujeres.<\/p>\n
El feminismo no propone excluir a los hombres, sino que incorporar a las mujeres en igualdad de condiciones. Pero para eso debe reclamar de vuelta los espacios que las mujeres perdieron muy al comienzo de la historia. Si las feministas reclaman con igual convicci\u00f3n contra los femicidios y contra los micromachismos no es porque no distingan la diferente gravedad de los actos espec\u00edficos ni pretendan castigarlos de la misma manera. Es porque el cambio cultural empieza por visibilizar la deshumanizaci\u00f3n de la mujer que subyace a ambos fen\u00f3menos.<\/p>\n
Cuando los hombres por lata recargan de trabajo dom\u00e9stico a las mujeres de su familia; cuando las mujeres pierden el derecho a opinar en la casa porque no tienen ingresos propios; cuando los hombres critican el cuerpo de las mujeres porque no cumple con los c\u00e1nones de belleza que ellos definen, o se ofenden si las mujeres usan su cuerpo para defender causas pol\u00edticas y no para recibir aprobaci\u00f3n masculina; cuando por pasar un buen rato destruyen gratuitamente a una mujer con un video en redes sociales; cuando prefieren el espacio c\u00f3modo del club de Toby que integrar al trabajo a una profesional mejor capacitada; cuando descargan sus frustraciones violentando a las mujeres y prueban su hombr\u00eda quit\u00e1ndoles la vida; en todas esas situaciones se revela el peor efecto que tuvo para las mujeres el hecho de no haber participado p\u00fablicamente en la tarea de escribir la historia. Quedamos relegadas a un estatus subordinado que permite que nos falten el respeto. La igualdad se exige para que eso cambie. Radicalmente. Ahora.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
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