\u201cLa verdadera piedra de toque donde se prueban los gobiernos son las luchas electorales; all\u00ed de ordinario se estrellan\u201d. Esa frase utilizar\u00eda Walker Mart\u00ednez a fines de 1800, en su libro sobre el gobierno de Santamar\u00eda, para describir c\u00f3mo los gobiernos iban m\u00e1s all\u00e1 de lo leg\u00edtimo para influir en las elecciones. Esa pulsi\u00f3n no ha cambiado, pero s\u00ed las reglas que nos rigen y las formas de conseguir similares resultados.<\/p>\n
Durante el siglo XIX, la influencia del Presidente de la Rep\u00fablica sobre qui\u00e9n ser\u00eda su sucesor fue total, con acciones abiertas desde el gobierno para inclinar los resultados de las elecciones en su favor. Nombramiento de vocales falsos, ofrecimiento de cargos para asegurar votos, pagos de tarifas por votos desde el gobierno, por dar algunos ejemplos. No exist\u00edan en esa \u00e9poca reglas ni instituciones adecuadas para prevenir el intervencionismo, pese a que ya se ve\u00eda como un vicio y da\u00f1o a la democracia.<\/p>\n
Hoy, en cambio, contamos con reglas que impiden ese tipo de \u201cintervencionismo duro\u201d, el viejo intervencionismo. Los actos de intervenci\u00f3n que ocurr\u00edan antes, hoy son considerados delitos. Tenemos un \u00f3rgano aut\u00f3nomo encargado de la integridad de los procesos electorales, el Servicio Electoral, y una justicia independiente que debe calificar la elecci\u00f3n y aplicar sanciones en caso de fraude o cualquier irregularidad cometida en el acto eleccionario.<\/p>\n
Sin embargo, respecto del \u201cintervencionismo blando\u201d, aquel que consiste en la utilizaci\u00f3n del poder p\u00fablico para favorecer una candidatura, las reglas que tenemos est\u00e1n demostrando ser insuficientes. Tenemos leyes con prohibiciones expresas y muy claras, que impiden que funcionarios y autoridades utilicen recursos p\u00fablicos, su jornada laboral o su autoridad para favorecer una candidatura o campa\u00f1a. La Controlar\u00eda por su parte, mediante dict\u00e1menes, y previo a cada elecci\u00f3n se\u00f1ala la interpretaci\u00f3n y aplicaci\u00f3n que debe darse a cada una de estas reglas. En resumen: no faltan reglas de conducta, sino mecanismos para hacerlas cumplir.<\/p>\n
En un dictamen reciente, la Contralor\u00eda reproch\u00f3 al Subsecretario del Interior haber utilizado temas de seguridad para emitir juicios contra candidatos. En el mismo dictamen constat\u00f3 que una Ministra de Estado imparti\u00f3 instrucciones ilegales a sus funcionarios, infringiendo el principio de prescindencia o neutralidad pol\u00edtica. Dicha ministra estaba instruyendo a sus dependientes realizar acciones para favorecer la candidatura de su pareja y adem\u00e1s, facilitando sus oficinas p\u00fablicas para reuniones de dicha campa\u00f1a. Pero no vimos sanciones ni cambios en las conductas.<\/p>\n
Que la Contralor\u00eda no pueda aplicar sanciones a un ministro de Estado en casos como estos es un problema si se quiere que est\u00e1ndares de probidad de altas autoridades se respeten durante campa\u00f1as electorales. Hoy corresponde al Presidente determinar la remoci\u00f3n de ministros o bien al Congreso por la v\u00eda de una acusaci\u00f3n constitucional hacerlo.<\/p>\n
El gran desaf\u00edo que tenemos es impedir que estas conductas, el nuevo intervencionismo, se sigan normalizando. Desde la ciudadan\u00eda no debemos habituarnos a este tipo abusos. Los gobiernos son evaluados en las elecciones y son los malos gobiernos los que buscan hacer trampa en esta prueba.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
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