Estancamiento exportador y crecimiento de largo plazo
18 de abril de 2024
La recuperación de los niveles de crecimiento de la economía en los últimos meses y la proyección del IPOM para 2025, en que convergeríamos a un magro crecimiento de tendencia de sólo un 2% anual, han puesto nuevamente al centro de la discusión los factores que explicarían la caída de nuestra capacidad de crecimiento de largo plazo. La economía chilena reduce su capacidad de crecer desde comienzos del siglo XXI, cuando prácticamente se estanca el crecimiento del volumen y diversidad de nuestras exportaciones.
Un estudio econométrico del CNIC en 2009 demuestra un quiebre estructural en la tendencia de crecimiento de los principales sectores exportadores al menos 10 años antes (Fuentes 2009). El volumen de exportaciones crece desde 1990 a 2005 a un 12% acumulativo anual; destacando la minería, acuicultura, pesca, fruticultura, vitivinicultura y los productos forestales. La democratización exitosa, la reducción del riesgo país y los acuerdos de libre comercio, impulsaron la inversión en estos sectores y el rápido crecimiento exportador, lo cual en parte se basó en esfuerzos del Estado de desarrollo de bienes públicos y apoyo a la inversión en etapas iniciales de diversificación exportadora (salmonicultura, fruticultura, plantaciones forestales).
La reducción del crecimiento del volumen de las exportaciones a sólo un 1% a partir de 2005 explica en buena medida la caída de la capacidad de crecimiento de largo plazo. El deterioro del indicador de Productividad Total de Factores (PTF), que representa más del 50% del crecimiento en la época de oro, de un 3% al año a valores negativos a partir de 2005, es consecuencia del relativo agotamiento de un proceso de cambio estructural en que se reasignan factores productivos a los sectores de exportación basados en recursos naturales y, en menor medida, a la reducción de la productividad de las empresas establecidas, lo que deja de manifiesto un serio déficit de innovación a nivel empresarial.
El acelerado crecimiento exportador, basado casi exclusivamente en recursos naturales, tenía límites evidentes: la disponibilidad calidad de los recursos naturales no renovables, las restricciones medio ambientales, la sustentabilidad de la explotación de recursos naturales renovables, entre otras. Así, su declinación era predecible en la medida que no lográramos generar dinámicas de innovación que permitieran sofisticar y desarrollar nuevos sectores exportadores y enfrentar los desafíos ambientales y de productividad en los sectores existentes.
¿Qué podemos hacer para revertir esta tendencia? Enfocarnos en las políticas públicas que permitan: prevenir la declinación de las exportaciones de sectores clave como la fruticultura, el forestal y salmonicultura; desarrollar sectores exportadores incipientes, como los servicios tecnológicos y/o servicios sofisticados desarrollados en torno a los sectores exportadores de recursos naturales; y aprovechar la transición energética global y nuestras ventajas de energías renovables para posicionarnos como exportador de combustibles limpios y sofisticar nuestras exportaciones con atributos de sostenibilidad.