Parece haber una receta que tiene pocos ingredientes y saca de apuro cuando hay que hablar con la prensa acerca del crecimiento. También es una receta que sabemos se vende bastante fácil en los restaurantes de Sanhattan, porque a gran parte de los jefes, los avisadores y los donantes de think tanks no les gustan los impuestos. Para los que no conocen la receta; la preparación es la siguiente. Primero se pican finitas algunas cifras de crecimiento económico, antes y después de 2014. Después de algunos párrafos revolviendo a fuego lento, básicamente se procede a echarle la culpa de muchas cosas a la reforma liderada por el ministro Alberto Arenas durante el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet. Hay muchas variantes de esa receta central. De hecho, en la última década vi cientos de columnas, cartas y hasta presentaciones en Casapiedra que tienen alguna versión de esa historia. Por cierto, el mero hecho de repetir esa historia tantas veces no la vuelve ni más probable ni más sabrosa. Creo que la receta aburre y distrae.
La receta aburre porque los estándares de prueba para sostener la causalidad parecen débiles. Algunos contraargumentos son evidentes para cualquiera que tenga ganas de abrir un Excel. Uno de ellos es el timing. Porque vemos una desaceleración del crecimiento del Imacec no minero desestacionalizado a mediados de 2012, al menos dos años antes de la aprobación de la reforma en cuestión. Por otro lado, el crecimiento de otro país exportador de cobre, Perú, también se desacelera bastante desde 2014. ¿Fue tan tóxica la reforma chilena de 2014 que les hizo doler la guata a nuestros vecinos peruanos? No me parece tan obvio.
La receta también nos distrae. Nos desvía de pensar seriamente sobre los problemas del crecimiento y sus otras posibles causas (exportaciones, China, ciudades, seguridad, etc.). De hecho, sería un desperdicio que como país nos gastemos enormes cantidades de capital político en bajar impuestos, pero que dicha receta no nos mueva la aguja.
Claramente, tenemos un problema de bajo crecimiento y la baja de inversión en Chile. Pero es menos claro si las reformas criticadas fueron la causa, o quizás solo una consecuencia del menor crecimiento. Las magnitudes son importantes. Desde mediados de 2012 hasta la antesala del estallido social de 2019, o sea por siete años, la actividad económica por cada integrante de la fuerza de trabajo básicamente no subió.
No estoy descartando que los impuestos podrían ser una causa potencial de la desaceleración. Pero no sobrevendan más esta receta. Es mejor hacer una competencia de cocina, con distintos diagnósticos, para ver cuál es más coherente con la evidencia que tenemos.