Se sabía que el gobierno estaba evaluando un parque para desarrollar la cumbre COP25 ante la falta de recintos adecuados, y para dar una señal “verde” acorde con el tema del encuentro. Finalmente optó por el Bicentenario de Cerrillos, una apuesta acertada, pero también arriesgada, ya que el parque ocupa solo el 25% del terreno y el resto está eriazo y con pocas construcciones. Es un descampado urbano de 150 hectáreas, lo que es bien poco sustentable, considerando su ubicación central.
Para entender cómo llegamos a esto, hay que remontarse a 1929, cuando se construye en Cerrillos el primer aeropuerto de Santiago, en un terreno donado por la familia Guggenheim. En 1967, el aeropuerto se mueve a Pudahuel y Cerrillos pasa a ser un enorme y subutilizado aeródromo. El Presidente Lagos lo nota sobrevolando Santiago. “Quién ocupa Cerrillos”, pregunta, y al saber que era una pequeña cofradía de pilotos, da instrucciones para cerrar el aeródromo y reconvertirlo en un barrio con viviendas y servicios, y un parque central coronado por la residencia de los presidentes de Chile.
El proyecto se bautiza como “Ciudad Parque”, y también considera un recinto ferial, que hubiera sido ideal para la COP25. Pero faltó tiempo. Lagos alcanzó a iniciar las primeras obras, y con el cambio de gobierno, el proyecto perdió prioridad y se paraliza por una batalla judicial con los pilotos, que nunca se resignaron a perder este valioso terreno fiscal para sus negocios y deportes. En 2009, un alcalde molesto con el curso del proyecto, cambia el plan regulador y congela Cerrillos por varios años más. Recién en 2016 se abre un centro de arte en el antiguo terminal del aeropuerto, y al año siguiente se inaugura la Línea 6, con una estación que mira a este gran parque emplazado en medio de la nada.
La cumbre debe ser vista como una oportunidad para concretar este proyecto inconcluso. Primero, porque no es sustentable tener un terreno fiscal de 150 hectáreas botado y cerca del centro, con tanta necesidad de suelo para servicios o viviendas. Además, Cerrillos encarna una forma de hacer ciudad muy compatible con el tema de la cumbre: reconvierte usos productivos obsoletos, acerca las personas a sus empleos, suma áreas verdes y se integra a la ciudad con un Metro alimentado por energías renovables no convencionales.
Por ello fue un acierto escoger Cerrillos, pero es un riesgo si vuelve a ser un sitio abandonado cuando termine la COP25. Para evitarlo se requiere que algunas obras de la cumbre permanezcan en el terreno y que el Presidente Piñera inaugure la residencia de los presidentes y pase su última noche como mandatario en Cerrillos. Ese sería el mejor incentivo para que futuras autoridades no abandonen este valioso descampado, que puede ser un ícono del crecimiento sustentable que esperamos para Santiago.