El año 2012 los senadores Navarro, Quintana y Tuma presentaron un proyecto para reformar la Constitución y rebajar la edad mínima para votar en elecciones municipales, de los actuales 18 años a los 14, que se ha puesto en tabla para su discusión, siguiendo ejemplos internacionales: Argentina, Brasil y Ecuador se permite que menores de edad –sobre los 16 años- puedan participar voluntariamente en las elecciones.
En Chile la abstención electoral ha ido en constante aumento desde el retorno a la democracia –con una pequeña excepción en las elecciones parlamentarias y presidenciales del 2017- llegando a su punto más alto en las municipales del 2016, donde votó alrededor de un 36% de las personas habilitadas.
Si bien compartimos la preocupación de los senadores autores de la moción sobre la necesidad de fomentar una mayor participación en las decisiones públicas, partiendo por la elección de nuestras autoridades, se requieren más medidas que la anterior para esto.
En una encuesta realizada por Espacio Público e IPSOS después de las municipales del 2016, ante la pregunta de por qué cree que la abstención fue tan alta, un 46% señaló que se debía a los casos de corrupción conocidos recientemente y, con un lejano 19%, la falta de interés en la política. Si analizamos las cifras del Servel de quiénes participan en nuestras elecciones, de las personas habilitadas para votar, el grupo etario entre 18 y 39 años tiene una participación menor al 40%, siendo los que más votan las personas entre 40 y 79 años.
Asimismo, si revisamos otra encuesta de Espacio Público e IPSOS del año 2018, podemos constatar que, en general, la participación de las personas en actividades sociales y política es baja, donde la mayor respuesta obtenida (36%) es que no participan de ninguna, seguida con un escueto 28% que dice expresar su opinión en redes sociales y un 26% que señala participar voluntariamente en un proyecto que mejore su barrio.
Por lo anterior, si realmente queremos promover una mayor participación electoral, tanto de jóvenes como adultos, se requieren diversas medidas, como un verdadero fortalecimiento de las instituciones y del combate a la corrupción; mayor y mejor competencia electoral –algo ya se ha avanzado con la instauración de primarias-; campañas electorales más programáticas y no solo basadas en marketing electoral –las nuevas reglas de campañas y financiamiento a la política estrenadas el 2016 deberían ir avanzando en este sentido-; partidos políticos más transparentes y cercanos a la ciudadanía; formación cívica en la educación escolar –que se repuso recientemente, por lo que deberíamos ver sus frutos en un tiempo más-; y potenciar más la participación ciudadana en los diversos ámbitos del Estado.
Fenómenos como la abstención electoral requieren miradas y respuestas sistémicas, por lo que el proyecto en discusión puede ser parte de éstas, si nos queremos tomar el tema en serio, debiéramos discutir y proponer una política pública integral que abarque al menos las áreas antes mencionadas. El solo otorgarles el derecho a votar en elecciones municipales a jóvenes mayores de 14 años no garantiza que se involucren en este tipo de asuntos, particularmente si los menores a 40 años presentan tan altos índices de abstención electoral y la desconfianza en nuestras instituciones políticas se encuentra en cifras tan altas.