Claudia Goldin, historiadora económica y economista del trabajo, se convirtió recientemente en la tercera mujer en recibir el Premio Nobel de Economía. Fue galardonada por sus contribuciones a la comprensión del mercado laboral femenino; en específico, al describir doscientos años de brechas de género. Su trabajo vincula las desigualdades en materia de participación laboral y salarios con los trabajos de cuidado familiar, el nivel educativo y la organización social del trabajo. Mediante la reconstrucción histórica, Goldin ha descrito cómo estas brechas aumentan en el momento en que las parejas tienen hijos, pues las mujeres optan por trabajos con mayor flexibilidad, relegando sus carreras y remuneraciones para poder marcar una mayor presencia en el seno de sus familias.
Si bien su trabajo está centrado en Estados Unidos, sus estudios también son pertinentes en América Latina, donde las mujeres viven en condiciones incluso más graves de vulne- rabilidad. A partir de la pandemia hubo una notable disminución de la participación de las mujeres en el mercado laboral, equivalente a un retroceso de más de diez años. Al observar las cifras de 2022, la tasa de participación laboral de las mujeres en la región fue de 52% y la de los hombres de 74%, es decir, una de cada dos mujeres en edad de trabajar no participó del mercado laboral. Esto se debe a que las mujeres asumen responsabilidades de cuidado doméstico, lo que actúa como una barrera estructural para su autonomía económica. Del mismo modo en nuestro país, la pandemia acentuó la desigualdad en la distribución de los trabajos domésticos y de cuidados entre géneros.
Según datos del Banco Central, las mujeres contribuyeron con más del 70% del tiempo total dedicado a actividades no remuneradas en el contexto del Covid-19. Asimismo, la crisis sanitaria exacerbó la disparidad entre las tasas de participación laboral de hombres y mujeres, alcanzando una diferencia de siete puntos porcentuales en 2021. Sin duda, el reconocimiento otor- gado a esta destacada académica per- mite arrojar luces sobre las desigualda- des estructurales que viven las mujeres en el mundo del trabajo, evidenciando la necesidad de redistribuir los roles parentales, pero también sobre el rol público respecto a cómo se abordan las tareas de cuidado. Se trata de dimensiones que debemos seguir trabajando, para dar lugar a otras aristas no menos relevantes de la desigualdad como: salud mental de las cuidadoras, derechos sexuales y reproductivos y participación política de las mujeres, entre otras. De no hacer- lo y mantener el curso actual, el Foro Económico Mundial advierte que cerrar la brecha mundial de género tomará 131 años. Hay transformaciones que no pueden esperar tanto.