En el último tiempo en Chile se han adoptado medidas para promover la participación de las mujeres en la política. Antes de las últimas elecciones parlamentarias nuestro país tenía las peores cifras de la región —y del mundo — en la materia. Sin embargo, con el estreno de la Ley de Cuotas el aumento de la participación de las mujeres en el Congreso fue cercano al 7%, muy superior al 1,6% promedio que se venía arrastrando desde 1989.
Sin embargo, el cumplimiento de estas normas es más bien literal y el cambio cultural requerido en las dirigencias de partidos es más lento. Aún cuesta que se tomen en serio para promover la participación política de las mujeres y lograr una mayor equidad.
En Espacio Público, a través de nuestro proyecto de Lupa Electoral, analizamos el financiamiento electoral tanto de candidatos hombres como mujeres al Congreso en las elecciones pasadas. Del total de aportes permitidos por la ley, los candidatos recibieron, en promedio, casi el doble de aportes que las mujeres. Mientras que, en el financiamiento de los partidos para las campañas, los candidatos recibieron en promedio 40% más de recursos que las candidatas (42% en el caso de la Cámara y 66% en el Senado). De ello se desprende que si bien los partidos tuvieron la obligación de presentar al menos un 40% de candidatas en sus listas, esto no tuvo correlación con el financiamiento que otorgaron.
Algo similar ocurre con la obligación de destinar al menos el 10% del financiamiento estatal que reciben anualmente los partidos para promover la participación política de las mujeres. En su revisión del año 2017, el Servel detectó que 12 partidos incumplieron dicha norma, utilizando y rindiendo esos fondos en asados, traslados, producción de juntas nacionales, generación de libros, eventos con humoristas, entre otras. Incluso, en el primer semestre de este año, tras la correspondiente fiscalización del Servel, al menos diez partidos también fueron sancionados por lo mismo.
Esperemos que los coletazos de la “ola feminista” lleguen más pronto que tarde a los partidos políticos y se tomen las nuevas obligaciones legales de una manera más que literal, valorando el aporte a la política que las mujeres pueden hacer y siendo parte del cambio cultural que Chile está viviendo.