En las últimas semanas hemos presenciado el surgimiento de un fuerte movimiento feminista. Las estudiantes denuncian acoso, abuso y reclaman por una educación no sexista. Quisiera relacionar este movimiento con mi área de expertise: el cambio climático.
El cambio climático es un síntoma (agudo) de una crisis de nuestra sociedad en el siglo XXI. El ser humano ha cambiado la composición química de la atmósfera y este cambio ha producido un calentamiento de 1 °C del planeta. Pero el efecto está lejos a limitarse a ello. Nuestro planeta es un sistema complejo e interactivo, en que cada componente influencia a los otros. También son indicadores de este cambio la destrucción de la capa de ozono y la pérdida de biodiversidad. Tenemos un planeta altamente perturbado por nuestro modelo de desarrollo, económico, extractivista y con altas desigualdades. Resolver este problema y darle sustentabilidad a nuestra vida en este planeta es la tarea de este siglo.
Para dar algunas luces sobre cómo lograrlo, citaré a Einstein: “No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos”. Aquí veo el aporte de las mujeres. Si necesitamos una mirada diferente y métodos nuevos, convoquemos a las mujeres (y sus talentos subutilizados en la sociedad). Más aún, para los y las que trabajamos en la ciencia y la tecnología, el desafío es muy interesante. Por un lado, reconocemos el rol que ha jugado esta área en el desarrollo de nuestra sociedad y, por otro, lado es un sector con baja representación femenina. Promover mayor participación de mujeres puede, por tanto, aportar diversidad para innovadoras soluciones a complejos problemas del siglo XXI, además de disminuir importantes brechas de género en salarios, por ejemplo.
En la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile (donde trabajo), el ingreso femenino a carreras de pregrado alcanzó un histórico 32% este año, y la semana pasada se aprobó la creación de una Dirección de Diversidad y Género, que tendrá tres pilares de acción: generación y difusión de conocimiento, llegar a la meta de un tercio de representación femenina en los distintos estamentos y posiciones de liderazgo de la Facultad, y promover una cultura inclusiva y equitativa.
Abracemos la diversidad de voces para transformar nuestras sociedades hacia la sustentabilidad planetaria. Para eso no queremos mujeres hablando (y escribiendo) en un día “especial”. ¡Necesitamos voces diversas siempre!