El domingo se llevaban a cabo las elecciones de la directiva de la UDI, donde, entre otros representantes, se escogería entre su actual presidenta, Jacqueline van Rysselberghe, y el diputado Javier Macaya. Pero, a las pocas horas debieron suspenderse las votaciones por problemas con el sistema electrónico manejado por la empresa Evoting. Lo anterior no es nuevo, si consideramos que en las últimas elecciones del partido Ciudadanos hubo irregularidades que llevaron a acusaciones cruzadas entre las dos listas que competían para dirigir el partido, con la posterior renuncia de importantes dirigentes. Los problemas con sistemas de votaciones electrónicas no son nuevos.
Las recientes elecciones presidenciales de Estados Unidos, en las que fue electo Donald Trump, también han sido cuestionadas por ataques desde Rusia, por lo que ya hay voces que se alzan para volver a la votación con lápiz y papel. Si bien las tecnologías informáticas pueden ser útiles en varios aspectos de nuestras vidas, en lo que se refiere al voto hay muchas razones para no innovar y mantener el tradicional sistema. En primer lugar, es el método que mejor garantiza un principio esencial de nuestra democracia: el voto secreto. Una vez que lo metemos en la urna, este se vuelve anónimo y se hace más difícil rastrear a su emisor, evitando así la compra de votos o extorsión. Por otra parte, un sistema en el cual se incluye la tecnología es más susceptible de fallas o hackeos que, además de alterar el proceso y resultado de la votación, puede llevar a serios casos de desconfianza ciudadana, con las negativas consecuencias a nuestro sistema democrático.
Así, ya hay países que han retrocedido en este aspecto, como Holanda, Alemania y otros que han presentado problemas en sus elecciones, como Brasil, Venezuela e India, además de Estados Unidos. Dado que en Chile tenemos un sistema que ha funcionado bien y que da confiabilidad a la ciudadanía, ¿para qué «arreglar» un problema que no tenemos con herramientas que han demostrado ser menos confiables y seguras? Después de la experiencia de la UDI y Ciudadanos, tenemos más evidencia para seguir diciendo no al voto electrónico.