Qué tienen en común PG&E, la línea Cardones- Polpaico y la COP25
10 de abril de 2019
En enero pasado PG&E, la empresa eléctrica más grande de Estados Unidos, de declaró en quiebra. La razón: enfrenta US$ 51.000 millones en demandas por su responsabilidad en un incendio en California que mató a 86 personas y destruyó 14.000 hogares. La hipótesis que se investiga es si el fuego se generó por una línea eléctrica que entró en contacto con árboles.
Esta es una mala noticia para todos. Para los inversionistas, las acciones de PG&E perdieron un 80% de su valor desde los incendios de 2017; para los clientes, que probablemente verán un aumento de tarifas; para el medio ambiente, al poner en riesgo el cumplimiento de metas en electromovilidad que requieren la inversión de millones de dólares que PG&E no tiene; y para las victimas, en cuanto es probable que no sean indemnizadas. Los expertos concuerdan que la solución a este problema no es sencilla ni rápida, y tendrá altos costos para todos.
Ahora, ¿por qué es esto relevante para Chile? Porque muestra dónde podemos llegar si no prestamos atención al aumento de incendios producto de las mayores temperaturas y sequías provocadas por el cambio climático. Según CONAF, los incendios forestales de origen eléctrico han aumentado cinco veces desde 2002 y su impacto puede ser devastador. La agencia estimó que más de 100.000 hectáreas fueron devastadas debido a incendios de origen eléctrico en 2017. Si no hacemos nada, este impacto aumentará, en cuanto el cambio climático sólo se profundizará.
Las líneas de transmisión no sólo tienen impactos asociados a incendios, sino que también ambientales y sociales, lo que ha generado un rechazo de la ciudadanía. El caso de la línea Cardones Polpaico es sólo un ejemplo de ello.
¿Qué hacer ante estos desafíos? En un artículo publicado en colaboración con el Lincoln Institute of Land Policy, analizamos el proyecto LIFE-Elia de la Unión Europea, en el cual se reemplazó la forma tradicional de manejo de vegetación —cortar y podar la flora que puede entrar en contacto con la línea— por un manejo integrado, en donde se reemplaza la vegetación susceptible de alcanzar alturas inseguras por vegetación baja. Una evaluación de este proyecto estableció que esta forma de manejo es más amigable con el medio ambiente, más aceptada por las comunidades, más segura y más costo-efectiva que el manejo actual. Asimismo, países como Portugal están analizando usar este mecanismo para plantar vegetación más resiliente a incendios.
El impacto de un proyecto como el LIFE-Elia en Chile sería enorme. Nuestro país tiene 88.000 hectáreas de corredores ocupados por líneas de transmisión. Este número aumentará, en cuanto se construirán cientos de kilómetros para transportar energía renovable desde el norte, al centro y sur del país. Así, Chile enfrenta hoy una paradoja ambiental: mientras más verde es nuestra energía desde la perspectiva del cambio climático, más importante es su huella ambiental por la construcción de líneas de transmisión para transportar esa energía.
La reunión COP25 a realizarse en nuestro país este año presenta una oportunidad única: la de crear una alianza público-privada que se comprometa con la implementación de medidas como el LIFE-Elia.
La revolución energética de Chile ha sido un modelo para el mundo. La COP25 es el momento para que Chile se convierta en un modelo de protección del medio ambiente, mientras continúa con su revolución energética.