«Chile es un reconocido país de innovadores y emprendedores»
19 de agosto de 2019
A nivel de cifras preliminares, hay 3 empresas chilenas unicornios, todo un hito si pensamos que hace 10 años en América latina sólo había cinco empresas en esa categoría de las cuales ninguna era chilena; la alianza que en 2019 hizo Unilever con Algramo, hoy es una práctica habitual en la forma de relacionarse entre grandes empresas y start-ups para entregar mejores servicios y productos a sus clientes. La ASECH duplicó la cantidad de socios en los últimos 10 años. Hoy cuenta con cerca de 70.000 socios, siendo la agrupación chilena con más aliados y siendo un referente mundial en la forma de defender los intereses gremiales para conseguir modicaciones legales y así promover y estimular el emprendimiento.
Si miramos lo que sucede en la industria, vemos que ya es una práctica recurrente en las empresas poner a la innovación al centro (y servicio) del negocio y no en la periferia. Se logró revertir la extraña situación en que los procesos de innovación eran promovidos por las gerencias de personas a la necesaria realidad en que la innovación en esas organizaciones juega un rol directamente vinculado al negocio, al EBITDA y la satisfacción de los clientes. Hoy hay más de 50 compañías (entre medianas y grandes) que han transformado sus añejos organigramas en equipos de trabajos orientados a la satisfacción del cliente, ordenando los procesos en función de los servicios y productos que necesitan los consumidores, y no al revés. El hito más relevante para graficar esta transformación, no es sólo que las líderes de los gremios empresariales más importantes sean mujeres, sino que además son diseñadoras de formación y han logrado situar el diseño y al diseño de servicios como un enfoque legítimo para resolver estratégicamente los problemas de las organizaciones. Prueba de ello, es que logramos crear el primer Design Council chileno para promover el diseño estratégico en la industria y así tener un músculo permanente que ayude a las empresas a desarrollar transformaciones estratégicas y de impacto.
Un elemento central de todo esto, ha sido el rol que diversas agrupaciones han tenido sostenidamente en los últimos 15 años promoviendo un diálogo distinto. Hace ya casi 12 años, las actividades del círculo de innovación de ICARE marcaron el tono de estas nuevas formas de conversar acerca de la innovación. 5xi (un spin off de la extinta 3xi que permitió generar una nueva forma de conversación entre distintas personas de Chile) hoy es una agencia público-privada que trabaja en todas las regiones generando encuentros y rutas de desarrollo regional. En paralelo, lo que hace casi una década comenzó Compromiso País, hoy ya es un conjunto de proyectos de impacto que le están transformando la cara a las regiones. Por su parte, todo el esfuerzo que ha hecho el Estado, a través de la CORFO y del Laboratorio de Gobierno ya son un referente a nivel mundial acerca de cómo generar capital social y ecosistemas para promover la innovación pública o privada.
Todo esto sin duda es motivo de orgullo. Pero mirando lo que hemos avanzado estos diez años, me quedo con la sensación que nos faltó algo. Las empresas avanzaron mucho; hay emprendimientos chilenos de clase mundial; se ha instalado una lógica de co-creación entre empresas y start-ups y entre servicios públicos y ciudadanos. Así y todo, falta algo. Y es precisamente haber organizado de mejor manera todo este talento para provocar innovaciones estructurales que nos permitan resolver problemas públicos de otra escala y complejidad. Creo que nos entrampamos creyendo erróneamente que el interés público era meramente lo estatal. Tal vez el hastío de hace una década con la chascarrienta clase política, nos llevó a refugiarnos entre nosotros mismos y confiar que sólo la co-creación resolvería los problemas más complejos. Pero nos quedamos cortos. Hoy necesitamos erradicar el miedo a gobernar la innovación con sentido estratégico y propósito. Porque sólo de esa manera, las soluciones a problemas de interés público (promover una nueva economía ovalada (que derivó de la circular); energías renovables; una minería limpia; un desarrollo en armonía con las comunidades; una industria sofisticada con capital humano especializado, reducción de la desigualdad) pueden ser planteados como los nuevos consensos de un modelo de desarrollo. Si alguien lee esto en 2019, que avise que todavía están a tiempo.