Las imágenes que llegan desde Israel y Gaza son horrorosas. La crueldad y violencia con que Hamas atacó el sur de Israel, nos deben llevar a reflexionar sobre dónde están sus redes de apoyo y si quedan límites que puedan cruzar a la hora de iniciar una guerra. Hasta el momento de escribir esta columna, el número de personas muertas o secuestradas en Israel sigue creciendo, y pareciera que esto es solo el inicio de más horror.
El problema principal es que esto no se trata de un simple ataque entre dos estados, ni siquiera de un ataque terrorista aislado. Es la respuesta (desmesurada e injustificable) a años de opresión, violencia y violaciones a los DD.HH., esta vez desde el gobierno israelí hacia el pueblo palestino. Por lo mismo, su resolución no pasa por bombardear a Gaza, ni tampoco por atacar indiscriminadamente a sus habitantes. Israel ha llevado adelante cinco guerras en Gaza, destruyendo todo a su paso, y Hamas sigue vivo acumulando rencor y violencia.
El principal periódico israelí, Haaretz, puso la responsabilidad política de lo ocurrido en el primer ministro, Benjamin Netanyahu. En su editorial, el medio critica la continua política de anexión y ocupación que ha llevado adelante el gobierno israelí en Gaza, Cisjordania y en los Altos del Golán. No hay que olvidar la reciente visita de Netanyahu a la ONU, en que se paseó con un mapa en que planteaba su visión de un «nuevo Medio Oriente», donde Palestina no existe y Siria se resigna a perder sus territorios ocupados en la frontera. La arrogancia de Netanyahu y su gobierno lo ha llevado a poner en riesgo el carácter democrático de Israel, al atacar directamente al Poder Judicial.
Según Naciones Unidas, el 2023 ha sido el año en que ha habido más asesinatos de palestinos a manos de las fuerzas armadas israelitas, y eso era antes de los eventos del fin de semana. Hace tan solo cuatro días, soldados israelitas dispararon y mataron a cuatro personas en Cisjordania, pero ese horror se nos ha hecho costumbre.
La pregunta que queda es donde fijar los límites de lo aceptable, tanto en una situación de guerra como en el discurso público. El ataque de Hamas es injustificable e indefendible, pero no incomprensible. El ejercicio intelectual de comprender por qué un actor no estatal llega a este extremo es relevante a la hora de evitar que lo hagan. Por otro lado, tampoco es justificable la noción de que un Estado pueda ocupar «todos los medios» para defenderse y responder a un ataque de este tipo.
El fin de semana, el actor George Takei, una de las estrellas de Star Trek, compartió su experiencia en campos de concentración durante la segunda guerra, pero esta vez en EE.UU. Después del ataque a Pearl Harbour, la reacción norteamericana fue tan desmedida que encerró a su propia población de descendencia japonesa en condiciones inhumanas. Hoy, con el paso del tiempo, debiéramos aprender que el ataque a un país no le otorga carta blanca para pasar por alto las nociones básicas de respeto a los derechos humanos, es lo que distingue a un Estado democrático de uno terrorista.