Estados Unidos está entrando en una etapa crucial en lo político. Programadas para noviembre, las llamadas elecciones “de medio tiempo” elegirán a la mitad de los miembros del Senado y la totalidad del Congreso federal. Tradicionalmente, estos comicios sirven para medir la popularidad de un Presidente y anticipan sus probabilidades de reelección en dos años más. Pero este año tendrán un atractivo adicional: Dado el número de mujeres en las papeletas, el rol del género en la política estadounidense y, en consecuencia, en la política a nivel mundial serán temas de discusión.
Con un Presidente que, entre otras declaraciones pintorescas y cuestionables, ha sido grabado comentando su inclinación por agarrar a las mujeres por su “parte íntima”, la respuesta resonante parece ser una avalancha de mujeres ahora intentando agarrar al público a través de su voto.
Según Rutgers University y su «Center for American Women and Politics», 601 mujeres candidatas están buscando puestos a nivel nacional (Cámara baja, Senado y gobernaciones). Actualmente, las mujeres en EE.UU. representan 21% de las posiciones federales. En contraste, Chile supera levemente este número, llegando a 23% gracias a la implementación de la Ley de Cuotas.
Por el lado de la Cámara de los representantes, se elegirán 435 posiciones y, del total de candidatos, 214 son mujeres. El rechazo al personaje y políticas de Trump han energizado esta elección y existe una posibilidad real de que se duplique el número de mujeres en la Cámara de representantes desde las 84 que sirven actualmente. En el Senado, el escenario es similar: de los 35 puestos disponibles, 20 tienen una candidata mujer.
Si bien el aumento en el número de mujeres candidatas es un paso positivo, existen múltiples barreras estructurales que atentan contra la competitividad de sus candidaturas.
A través del proyecto la «Lupa Electoral» de Espacio Público, sabemos que los candidatos hombres reciben cerca del doble del financiamiento que las candidatas mujeres. Este patrón era hasta hace poco muy similar en EE.UU., pero en esta campaña se ha invertido. El cambio no ha sido por un aumento de las donaciones electorales de hombres, sino por la llegada de mujeres donando a sus candidatas. Según el «Center for Responsible Politics» de EE.UU., en el último ciclo electoral las donaciones de mujeres representaban el 22% del total. En este ciclo han subido a 31%.
¿Cuál será el efecto de esta elección? Lo descubriremos el 4 de noviembre, día en el que veremos el futuro de la presidencia de Trump y las implicaciones de una nueva ola de candidatas apostando su tiempo y, en muchos casos, su billetera.