A principios de este año estalló el conocido «desastre de Rancagua», donde tres jueces de la Corte de Apelaciones de esa ciudad eran investigados por una serie de delitos de corrupción (como haber recibido dineros para favorecer a ciertos investigados, nombramientos de parientes, entre otros). Las distintas aristas del caso fueron salpicando a otras personas, como el senador Juan Pablo Letelier por una reunión con el Fiscal Nacional por la investigación de este tema, el propio Jorge Abott y el posterior escándalo que estalló en el interior del Ministerio Público con las investigaciones a los fiscales Arias y Moya, además del suicidio de uno de los jueces investigados.
Esto llevó a que el Poder Judicial adoptara medidas de probidad, como agendas públicas de sus funcionarios y mayor transparencia y publicidad de los antecedentes para nombramientos de cargos. El gobierno también reaccionó, señalando que prontamente enviaría una propuesta para crear una nueva entidad para nombrar jueces, lo que aún no sucede.
En un nuevo capítulo de este caso, el lunes la Corte Suprema decidió remover a los dos jueces que, además, están siendo investigados a nivel penal. Se trata de la máxima sanción a nivel administrativo y representa una potente señal de que la corrupción no será tolerada dentro del Poder Judicial. Sin duda es algo que contrasta con otras reacciones, como en el Ejército, donde en general las sanciones son menores, o incluso en el ámbito penal, donde las condenas aplicadas también son bajas y el Ministerio Público ofrece salidas alternativas, con pagos de multas y clases de ética. En cuanto a corrupción, sin duda que la posibilidad de ser detectado y sancionado de manera contundente es un desincentivo poderoso. En ese sentido, el actuar de la Corte Suprema es un garrote que tendrán en cuenta en su actuar los integrantes del Poder Judicial. Esperemos que además se tomen las medidas para prevenir que conductas de este tipo vuelvan a ocurrir y que nuestros jueces sean seleccionados por sus méritos y capacidades, más que por la larga lista de favores que acumulan en su carrera.