El período de transición entre dos gobiernos en un sistema presidencial es clave en el mantenimiento de la democracia. El caso emblemático, el de EE.UU., tiene una serie de normas sobre el lobby, el uso de recursos, presupuestos y acceso a información. Como plantea Heath Brown, una transición exitosa entre partidos opositores es la clave de la sustentabilidad de las instituciones democráticas.
En Chile, desde el triunfo de Piñera en 2009, esta tradición se ha puesto a prueba. En estos años ha habido tensiones, acusaciones de poca colaboración, pero al final del día pareciera que nuestras instituciones han resistido lo suficiente. El problema es que esta vez las cosas son distintas. No nos encontramos, precisamente, ante un gobierno activo en impedir una transición adecuada. Lo que hay es un gobierno que ha dejado su rol en estado de abandono.
Los ejemplos abundan, pero quizás el más claro es lo que ha ocurrido en medio de la implementación de la nueva normativa de migraciones. Lo primero es la completa desidia con que el gobierno ha tratado su rol regional a la hora de lidiar con la crisis migratoria venezolana. La forma más clara de abandono fue que, aún en su cargo de Canciller, Andrés Allamand comenzaba sus gestiones como secretario general Iberoamericano, un cargo que supuestamente iniciaba en marzo y para el cual dispuso del cuerpo diplomático chileno que hizo lobby por su candidatura. El excanciller hizo estas gestiones en medio de sus vacaciones, para las que el gobierno debió recurrir a diversas autoridades para que lo suplantaran. Allamand terminó asumiendo en la Segib al día siguiente de que le pidieran su renuncia.
Como si esto fuera poco, y con solo un puñado de ministros en funciones, el gobierno desestimó inicialmente lo complejo de la situación luego del asesinato de un conductor de camiones en el norte, a manos de inmigrantes. Al abandono en que se encuentran miles de inmigrantes en Chile, se suma la de los mismos chilenos que viven en las zonas más afectados por las migraciones. Esta misma semana, el alcalde de Colchane acusó, nuevamente, improvisación y desprolijidad en la forma en que el gobierno está implementando la nueva ley de migraciones. Con paros de camioneros de por medio y un Palacio de La Moneda vacío, este gobierno parece querer terminar antes del cambio de mando. Como corolario, nos encontramos con adherentes al gobierno tratando de hacer acrobacia argumentativa culpando al gobierno entrante de los problemas del actual. No queda claro si es por deshonestidad o porque comparten el diagnóstico de que la actual administración ya tiró la toalla.
Ante el debate constitucional, vale la pena preguntarse sobre el rol de este período de transición, su duración y sus procesos. Como lo dice la literatura especializada, es una de las claves de la institucionalidad democrática. Sin embargo, también advierten autores como Ziblatt y Levitsky que es difícil diseñar reglas para quienes no están interesados en seguirlas. Peor aún para quienes hacen abandono de sus funciones.