Distintas y muchas personas han señalado lo siguiente: “el proceso constituyente finalizó porque el grueso de la propuesta de la nueva Constitución ya está sobre la mesa”. Sin embargo, existe la posibilidad de que las seis semanas restantes sean fundamentales tanto en el contenido como en la valoración del proceso constitucional. Ojalá así sea. No será fácil.
Sobre el contenido, y como muy bien lo explicó la abogada constitucionalista Claudia Sarmiento hace días atrás en este mismo medio, el trabajo de las comisiones de Armonización y de Normas Transitorias será clave porque pueden subsanar inconsistencias, otorgar claridades sobre el ritmo de los cambios que define el nuevo texto y resolver potenciales contradicciones entre normas constitucionales y las de rango legal que las preceden, entre otras materias acerca del funcionamiento de Chile post 4 de septiembre si se aprueba la nueva Constitución. Lo importante aquí es no asumir que lo anterior va a salir bien, sino que trabajar para que así sea.
Sobre la valoración del proceso constitucional, los últimos meses dejaron aprendizajes que deben ser incorporados en el más corto tiempo. El desapego ciudadano frente al trabajo de la Convención Constitucional tiene más que ver con la performance de los y las convencionales que con el borrador de la nueva Constitución. Una sociedad agotada de la clase política y distanciada de sus instituciones no resiste más actores políticos que actúan en la pequeñez de la polémica y que tras sus frívolas apuestas testimoniales olvidan el sentido del proceso. Tampoco hay crédito para desprolijidades y aseveraciones desmesuradas, mucho menos para decisiones que solo minan la legitimidad cotidiana del proceso constituyente. Los problemas del proceso provocaron las semanas más complejas en la evaluación del trabajo de la Convención, que si bien ya han ido quedando atrás, lamentablemente, siempre pueden volver.
Lo anterior no busca desconocer que estamos en medio de una oportunidad histórica que requerirá tiempo para asentarse, sino que busca reiterar que la Convención tiene una nueva oportunidad hasta el 4 de julio para dejar en la retina de la ciudadanía un trabajo de calidad como el último recuerdo de su mandato. Este proceso nació no solo para ofrecer un mejor vivir para las personas que habitan Chile, sino que también para destrabar momentos en los que vimos nuestra democracia en riesgo. La tarea será ponderar su aporte en ambas dimensiones, así como también considerar la enorme tarea de seguir viviendo juntos después de este plebiscito.
Esto aún no ha terminado y las personas suelen quedarse con el último recuerdo.